31. JUICIO

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El mes hasta el juicio estuvo lleno de tantas cosas que casi les dio tiempo a relajarse. 

Consiguieron un abogado, sí, pero para ello Louis tuvo que dejar de tomarse sus supresores durante ese mes; pues estaba más que claro que eran incapaces de pagar todo a la vez, y tuvieron que recortar de los supresores que eran sinónimo de seguridad para Louis. 

Tal vez fue por eso por lo que el omega entró en un corto celo que pilló a todo el mundo por sorpresa, puesto que simplemente fue un día en el que el dolor consiguió dejarlo en la cama los dos días posteriores. Harry sí que insistió en ayudarle, haciéndolo por mucho que Louis le asegurara que no iba a viajar a Doncaster por ello. 

Recuerda exactamente el momento en el que no pudo controlar su sonrisa al escuchar el BMW aparcar delante de su puerta, la manera en la que Jay le daba indicaciones y Harry solamente echaba a todo el mundo de la casa asegurando que sabía cómo tratar a Louis en celo; siendo ese comentario el que le ocasionó una larga charla al omega posteriormente, pues su madre no estaba dispuesta a dejarlo pasar. 

Louis aún recuerda la manera desesperada en la que Harry entró a su habitación, desnudándose y cubriéndolo con su cuerpo, que tampoco tardó en estar lleno de marcas de nuevo. 

Tuvo que contenerse del nudo con el alfa; pues Louis no estaba dispuesto a quedar en estado todavía, cosa que Harry ni siquiera cuestionó cuando sin preguntarlo se dio cuenta de que el omega ya no tomaba sus supresores. Fue Louis en el que en una charla casual consiguió dejar la vergüenza atrás y contárselo, mostrando así la confianza que poco a poco Harry y él estaban construyendo entre ambos.  

Niall y Zayn estaban bien; demasiado bien. Niall contaba los segundos en todas sus clases para salir y encontrarse con el alfa, ese que ahora iba todos los días a recogerlo del instituto. Se habían mudado juntos, se veían más unidos y no tenían inconveniente en demostrar el amor que se tenían, pues Niall lucía su marca con tanto orgullo que casi era envidiable. 

El trimestre también había terminado. Fue solamente una materia la que Louis no consiguió pasar. Podrían pasar los años, pero Louis siempre creerá que las matemáticas son mortales, no hay duda de ello. 

Habían empezado el último de los trimestres también; la última evaluación de ese curso en el que Louis había aprendido más que en toda su vida, teniendo en cuenta que Harry ahora le ayudaba en la gran mayoría de sus exámenes y en todo lo personal, como el abogado que ese mismo día llevaría el juicio de su vida. 

No era mentir; Louis estaba más que nervioso. Juraba incluso que nadie era consciente de la importancia que tenía eso en su vida, pues no solo sería la primera vez en casi un año que vería a su padre de nuevo, sino que si el juicio iba mal y por cualquier cosa lo perdían, Louis podría volver a Lincoln, y nadie estaba a la favor de eso, mucho menos él. 

Ese día se vistió como debía después de una larga y pensativa ducha, rezó todas las veces que fueron posibles con todos aquellos que quisieron acompañarlo y más que relajarse él mismo, ayudó a su madre a relajarse, pues no había sido una sola vez la que la había encontrado llorando en cualquier rincón de la casa durante toda la semana de antes. 

Cuando Betty aparcó el coche frente al monumental juzgado, Louis volvió a sus pensamientos dándole una rápida mirada. Tragó el nudo de su garganta y salió del coche sólo cuando todos los demás lo hicieron, quedándose él el último. 

En la entrada se encontraba el Señor Colón, el abogado que habían contratado con la ayuda de expertos en la universidad de Harry para llevar ese caso. El hombre los saludó con un movimiento de cabeza cuando los miembros de esa familia organizada por el destino— menos Scott y Mathias por ser menores— se colocaron frente a su vista. 

Eclipse || LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora