12. EL CORAZÓN DE LOUIS

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Ese mismo día, cuando Louis vio desaparecer el coche de Harry por la lejanía, suspiró con profundidad antes de entrar de nuevo a su casa, ganándose como ya temía bastantes preguntas que no se sintió con el humor de contestar. 

Repitió tantas veces que era un simple amigo y que no le gustaba que al final simplemente lo decía sin pensar, a cualquier cosa, aunque sólo le estuvieran pidiendo la botella de agua para rellenar su vaso. 

Su madre repitió que le pareció una buena persona, que estuvo encantada de conocerlo y de que su hijo se llevara bien con gente como Harry, mientras que Scott y Mathias la miraban sin creerse palabra alguna y sin ser suficiente para borrar todos los rumores que crecían en el colegio sobre él. 

Nada más terminar de comer, Louis subió a su habitación e hizo todos los ejercicios que Harry le había dejado pendientes. Admiró más tiempo de lo normal la bonita caligrafía del alfa y, cuando cayó en cuenta de lo que estaba haciendo, simplemente hizo la operación tal como le había dicho Harry. 

Una vez que las tuvo hechas, dudó demasiado en mandarle los resultados o no. De hecho, agarró su teléfono muchísimas veces en las que sólo entraba al chat y se quedaba mirando las pocas conversaciones que habían tenido por ahí, a la vez que recordaba en su mente cuando le prometió hacerlo. 

Louis bufó dejando el teléfono a un lado. Pasó las manos por su rostro mientras observaba el resultado de las operaciones que acababa de hacer, cuando una notificación nueva hizo vibrar su teléfono. 

La sonrisa atacó los labios de Louis, haciendo girar la cabeza al otro lado. Apretó sus labios y negó con la cabeza solamente por imaginar que era él. Un cosquilleo en lo más profundo de su estómago se hizo presente. 

Y cuando Louis agarró el teléfono agrupando mucha fuerza de voluntad y leyó el mensaje, pudo sentir a su omega salir de su pecho y comenzar a danzar de la alegría. 

“¿No tienes nada que enviarme, pequeño rey?” 

Louis suspiró profundo antes de ponerse a teclear, pensándolo poco. Borró el mensaje varias veces antes de mandarlo definitivamente. 

“¿Ya has llegado?”

“Sí, estoy vaciando la maleta”

Según la mente de Louis, lo bueno de los mensajes era que podía decir todo lo que quería sin sonar inseguro o titubear. Fue su salvación en ese momento. 

“¿Y el viaje bien?”

A varios kilómetros de distancia, esa simple preocupación hizo sonreír a Harry, que no dudó en dejar las camisas sobre la cama y contestar el último mensaje que había llegado a su móvil. 

“Todo bien, sí. Ahora envíame las soluciones. Si te crees que te vas a librar de eso estás equivocado”

Louis soltó una carcajada. Leyó el mensaje con la voz de Harry y la ironía que le hubiera puesto él a esa simple frase. 

Y después de toda una tarde hablando por mensaje con Harry, haciendo ejercicios que él le mandaba y esperando atentamente la respuesta del alfa sobre las soluciones, Louis consiguió mejorar su día solamente un poco. Se fue a dormir pronto como le aconsejó Harry, después de tacharlo de loco por la barbaridad que había hecho quedándose despierto a base de cafés. 

Y tal vez fue por eso o por la tranquilidad y confianza que le dió recibir un mensaje de buena mañana deseándole buena suerte, pero Louis llegó a su examen bordando cada pregunta con sus respuestas; tal vez incluso demasiado. 

****

Era viernes, al fin el último día en el que Harry tendría que estar ahí y podría volver a Doncaster. 

Eclipse || LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora