Capítulo 25

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     Días después que Kathy encontrara a Pedro en el estacionamiento pudo darse cuenta que aún no había podido huir de su pasado. Pedro aún estaba rondando cerca a ella. Y no se podía explicar cómo es que después de haber salido de su vida por casi un año, aún estaba allí  ensombreciendo su presente.

     Cuatro días bastaron para que la policía pudiera ponerse en alerta acerca de lo acontecido, por otro lado ya había decidido no hacer nada respecto a enfrentarse a Pedro de modo frontal. Porque sabía que sería un absurdo enfrentarse a él. Sabiéndolo ahora enredado con otras actividades ilícitas, las mismas que nunca antes lo habría reparado.

     Pero debía hacer lo posible por cambiar su presente y lograr cambios radicales. No era un asunto simple,  involucraba mucha cautela. Pero sobre todo poner en aviso a Jamie y Alejandro que la policía andaría muy cerca al Dojo para prevenirlos de cualquier mal entendido con alguno de ellos.

     Mientras que iban pasando los días Kathy no salía a ningún lado sola por temor a ser seguida por Pedro, sin embargo siempre se mostraba cautelosa, siempre observaba en todas direcciones si tenía que salir del lugar. Se había procurado envolverse de todos los asuntos propios del Dojo y su quehacer en  él. Porque eso la distraía y mientras tanto se mantenía dudosa de cuanto había avanzado o retrocedido en su proyecto de venganza. 

     Había empezado a creerse que no era lo suficientemente valiente, y cumplir ese propósito era, de alguna manera, no retroceder en sus resoluciones porque siempre había sido una persona de principios y de palabra. Así es que al pretender asumir un papel de persona justiciera la había hecho pensar que la mejor determinación para lograr limpiar y de algún modo resarcir las vejaciones que había sufrido su amiga, y la manera tan absurda de su muerte podría resolverse erróneamente a través de la venganza.


     Y en estas últimas horas, después de lo acontecido en el estacionamiento del supermercado con Pedro y Manuel, había entendido algo que durante todo este tiempo, cegada por sus emociones y el deseo de la reparación de la humillación sufrida por haber sido perjudicada de un modo muy significativo se había negado a aceptar. Adoptando un comportamiento que la vinculaba a enfrentar todas sus cóleras, frustraciones, humillaciones, vejaciones de su pasado, miedo, rabia, etc. como una manera de gestionar otro tipo de conducta agresiva que implicaba el enfrentarse directamente con la persona que la había perjudicado en el momento en el que ella quería liberarse de ese pasado que la oprimía. Y la venganza que venía premeditando se estaba conviertiendo en un intento de liberación de aquello que la estrujaba permanentemente impidiéndole sentirse libre.

     Las horas posteriores al episodio del estacionamiento le había permitido darse cuenta de lo que era pertinente. Pues sus deseos de venganza habían empezado a convertirse en una senda que la conducía hasta un estado mental que la orillaba a optar por estrategias a mediano y largo plazo, con tal de ver de que modo podría ser capaz de infligir el daño deseado a su agresor y con él beneficiarse del tiempo y la preparación de recursos para planificar el ataque físico; planeando los lugares en los que debía de golpear, el tipo de movimientos que podría realizar. Y cada día en la medida que preparaba su venganza, los límites de sus acciones a tomar cada vez iban más y más allá, pues planificar aquello que había pensado la guiaba a sobrepasar algunos umbrales... Y este llamado de atención que se hizo a sí misma la hizo caer en cuenta que poco a poco, ella, en su afán de venganza había ido muy lejos en su voluntad de dañar a alguien. Y que a lo largo de sus determinaciones estaba a punto de volverse una asesina. Y eso la convertía en un ser abyecto, en una igual a su agresor y ninguna de las justificaciones primarias a su venganza la alejaban de conducirla a trasgredir umbrales de la decencia y de modo gratuito la conducía a un estado mental perturbado en donde podría llevarla a una situación en la que se pierde todo tipo de control y el sólo pensarlo le producía mucho dolor.

La venganza de KathyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora