Jamie corrió su silla y mirando discretamente hacia todos lados, se acercó al mostrador a preguntar por los servicios higiénicos con discreción. Y con el pretexto de saber a dónde podía encontrar una mujerzuela que le diera servicios completos. Todo con tal de acercarse hacia donde se encontraba Pedro.Pero para su mala suerte una pelirroja de amplios escotes, con una mueca desvergonzada y mirada lobuna lo abordó por la derecha rozando su dedo índice sobre su oreja, mientras la otra mano ya había viajado hacia sus atributos con una presteza que no notó nada, sino hasta que sintió esa leve presión sobre sus genitales. Jamie volteó a observarla y ella inmediatamente le fijó una mirada con brillo en sus ojos y sonrió coquetamente pegándose más a su cuerpo. — ¡Qué cuerpo tiene esta mujer —Pensó.
Inmediatamente Jamie con disimulo quitó su mano de su cuello y se apartó unos centímetros hasta zafarse de ella, dirigiéndose hacia el mostrador y preguntó por un trago. La mujer inmediatamente caminó con un menear de caderas hipnótico hacia él, dejando una estela de perfume barato y embriagante hasta su nariz. El coraje que Jamie llevaba consigo se disipó pensando que a lo mejor podía sacar algo bueno a la situación.
—Buenas noches señorita, ¿necesita algo? —dijo Jamie con una voz profunda que exigía ser atendido.
—Buenas noches —contestó la mujer mirándolo con intensidad y ¿pasión?, tanta, que a Jamie se le hizo un nudo en el estómago. Nunca antes había tenido que afrontar tal situación y no sabía cómo proceder ante semejante escena.
De pronto la mujer hizo una pequeña mueca y se aproximó tanto a Jamie que pudo meterle mano dentro de la bragueta de su pantalón con una sonrisa lobuna tratando de hallar lo que se ocultaba debajo de sus pantalones sin borrar su sonrisa y la atención sobre sus ojos.
—¿Sabes que no es muy bueno tener encerrado a este animal? -—Comentó la mujer cerrando su puño sobre su pene. Estrujándolo con suavidad desde por encima de sus interiores, mordiéndose los labios. La otra mano desbotonó con presteza el primer botón de su camisa y pasó con suavidad sus dedos sobre su pecho con lentitud.
—¿Cómo carajos te caben los huevos que te cargas en este pantalón? —preguntó la mujer haciendo correr una sonrisa de lado.
—Creo que eso es algo que sólo me debe de atañer únicamente a mí, señorita. -—Comentó Jamie mientras observaba paralelamente, que del extremo derecho, Pedro salía en compañía de unos hombres con dirección a una puerta.
Jamie recién había reparado que allí había un hombre con una gran arma recargada en el suelo. Casi podía jurar que Pedro estaba temeroso de lo que le aguardaba tras aquella puerta. —Era como si supiera que tras ella lo esperaba la muerte—. Esa actitud le hizo pensar que estaba en el lugar correcto. —¡Mierda! Esto es la misma cueva del lobo. Pensó reflexivamente, mil posibilidades corrían por su cabeza—. Pero, ¿Cuál sería su próximo movimiento?. ¿Actuaría por cuenta propia, continuaría con lo que ya había pactado con Gabriel?.
Y de pronto la entrepierna de su pantalón empezó a apretar un poco más de lo acostumbrado, sin proponérselo. Recién caía en cuenta que mientras pensaba en posibilidades la mujer no había quitado la mano de su miembro. Y por encima de sus calzoncillos hábilmente se las ingeniaba para consentirlo...
—Tienes el derecho legal y divino de alocarte con quien tú quieras luego de unos tragos. Lucete nena!. Pensó con los ojos cerrados recordando a Kathy, pero cuando los abrió y la miró fijamente... sintió asco de ella, pensó en la docena de hombres que la manoseaban a diario, pensó en lo fácil que se le hizo dedicarse a la prostitución... pensó en mil cosas y sólo optó por un sencillo: —¡Suéltame!—.
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La venganza de Kathy
RandomNo siempre tras los guapos se encierran las mejores virtudes.Y Kathy, lo descubrirá junto a Sofía al salir de vacaciones para disfrutar las playas del Caribe; sin saber que allí encontrarían lagrimas dolor y muerte. Sumergida en su propio infierno...