La venganza de Kathy

Capítulo 36

Capítulo 36   

     Policías alrededor, agentes por todas partes, patrullas a la derecha y uniformados gritando por un megáfono.

     —Entréguense! ¡Todo esta rodeado! Sabemos que están dentro.

          A unos metros sonidos de un golpe tras otro empiezan a sentirse al interior del almacén.

     —¡Vamos, rodeen la salida y todas las ventanas que hallen! No se nos puede fugar.

     —¡Dijiste que sólo entraríamos, robaríamos y saldríamos rápido porque todo lo tenías previsto! –dijo desesperado Jorge a Manuel.

     —¿Eres o te haces? Cómo supones que es esto?. Esto es un trabajo, hermano, y como todo trabajo involucra riesgos. ¡O tu crees que me chupo un huevo! ¡Es trabajo!. ¿Viste? Así es como arriesgo el pellejo todos los días. ¿Quién dijo que robar es sencillo?

     —Pero afuera parece estar lleno de policías —Comentó preocupado Jorge.

     —No te preocupes siempre se puede hacer algo, ya he estado antes en peores circunstancias de las que he salido sin ningún problema ni sospecha. Tu sólo obedéceme en todo y verás que todo saldrá bien. Si no fuera porque no puedo dejar pasar esta merca no te hubiera avisado, pero es de vital importancia atrasar este negocio para poder impulsar el nuestro. Así es que ¡Ponte mosca!...

     —¿Estás seguro?

     —Solo confía en mí , no pasará nada.

     —Pero,... y si alguien de vigilancia nos delata. Han de estar mirándonos por las cámaras de seguridad, He notado que ya hemos pasado por tres. Y eso que no he estado muy atento a si había cámaras. ¡Pudieran existir más!

     —¡No! así no sucederá, tengo previsto no dejar testigos y sé donde es que controlan las cámaras. El trabajo debe de ser limpio, esa es la mejor forma de durar en este negocio —dijo Manuel con una pícara sonrisa— ¡Prométeme que tú y yo, nunca dejaremos testigos!

      —¿Quieres decir que debemos matar a todos los que se nos crucen por delante? 

      —Claro, no pudiste decirlo mejor. ¡Toma te hará falta esto!  —Responde Manuel cogiéndolo por el hombro, y entregándole un arma.

      —Asintió Jorge. Sintiendo que el ambiente se le tornaba frío.

      —Ya tiene silenciador, dispárale ya a esta cámara y todas las que encuentres, incluyendo a los que se te aparezcan por delante, igual al rato destruiremos toda grabación que pudieren haber echo de nosotros. Recuérdalo, ¡sin contemplación y mejor si es directo a la cabeza!

     —¿Es en serio? —Gesticuló Jorge pasándose la mano por la cabeza.

     —¡Pues claro! ¿Qué creías?

     —Y ya no me hagas perder el tiempo que no estamos para clases teóricas, y mientras más preguntas me haces más minutos en contra tenemos.

     —...

     —Es una mierda traer a un novato, ¡Tengo que pensar hasta por ti!

     Los minutos siguieron iguales a los anteriores, todos sin ningún sobresalto, más que los latidos ansiosos de Jorge, pero hubo un instante en particular que destrozó la psiquis de Jorge, y con mano temblorosa no sabía que resolución tomar. Si disparar a matar o petrificarse como un sólido, y con la cara muy pálida y sin poder pronunciar bien lo que quería decir, regresó sobre sus pasos para alertar a Manuel con una voz temblorosa y tartamudeando...