Con todo lo que he visto, y sufrido y experimentado en el transitorio camino de la vida, yo ahora ¡por diosito! que no le tengo miedo a nada. Por qué habría de temer, si se supone que el perder la libertad es tan igual como el quedarse en casa a dormir, y hasta quizá sea más grato y placentero que el dormir de cada noche porque será sin malos sueños, pesadillas, ni sobresaltos; pues saberse preso implica haber limpiado su conciencia; para ya no despertarse nunca más con el sentimiento de culpabilidad. Suceda lo que suceda, hasta el olvido definitivo. Además, no debo de tener miedo, nadie dijo que sea culpable. —Se dijo Gabriel, mientras era conducido a la delegación por aquellos dos hombres en el más absoluto mutismo.
El camino estuvo tranquilo sin ningún comentario de parte de los agentes que pudieran dar luces de vaticinios para los próximos días de Gabriel. El cual iba muy ensimismado dentro de la patrulla, revisando mentalmente cada uno de los movimientos que hizo en las últimas horas, recordando cada paso dado, tratando de encontrar un pero o un riesgo que pudo haber pasado por alto, y planeando cada respuesta a todos esos movimientos que hizo.
Al llegar a la estación de policía, Gabriel entró en el más absoluto silencio, estudiando cada mirada y movimientos de los dos guardias que lo escoltaban directamente hacia la oficina del comisario que envió por él. Así es que Gabriel sabía cómo era el protocolo, él jamás olvidó sus días de agente policial en sus primeros años. Los mismos que le sirvieron para hacerse más perspicaz en este oficio de investigador privado, al que se había dedicado estos últimos siete años.
—Siéntese hombre, ¡dígame!
—No entiendo, se supone que es usted quien me tiene que decir para qué me requieren.
—Es que acaso los oficiales no le informaron, la razón de su presencia aquí.
—Pues la verdad, sólo me dijeron si era Gabriel Rosas y me dijeron que los acompañara a la delegación. Y bueno, imagino que con los años los procedimientos han cambiado. Antes yo detenía a mi víctima pero previamente le cantaba las reglas violadas como mínimo. Ahora te detienen y luego te dicen que hiciste.
—Pero Ud no está detenido, ¿Quién le dijo eso?
—Pues los oficiales que me interceptaron en mi oficina.
—¿Cómo?
—Bueno, los tipos que me detuvieron sólo me mostraron sus placas , las cuales identifiqué muy bien...
—Señor comisario, afuera en el pasillo hay un hombre apellidado Roque que desea hablar con usted—Le informa el policía que ingresa a la oficina irrumpiendo la conversación que estaba teniendo Gabriel con el comisario.
—Entonces qué espera, Lopez, hágalo pasar.
—Discúlpeme un instante señor Rosas, enseguida vuelvo. —Dice el comisario dejando a Gabriel con la misma gran interrogante girando en su cabeza.
Gabriel ni bien se quedó solo pensó y pensó... y en su cabeza sólo habían tres cosas que podrían atarlo a la señora Preciado, el haber ido a la casilla postal y el haberle llamado dos veces a su domicilio, aunque nunca se identificó. Podrían haber grabado la conversación con ayuda del operador local. Después de todo él como policía de investigaciones lo hubiese hecho, pero... ¿por qué la señora había optado por delatarlo? Si él podría decir que fue contratado por ella y claramente tenía dos notas hechas con su puño y letra, la primera que decía: suerte y la segunda en donde le hacía partícipe del contenido del sobre. Y fácilmente un agente perito de grafología podría dar con esa respuesta fácilmente.
Para un buen entendedor esto y la acción de contratarlo, lo podría registrar yendo a buscar las grabaciones que toda empresa de telefonía puede brindar, y en ella podría verse que él sólo fue un trabajador más que acataba una orden de su patrocinado, el cual decía muy abiertamente que quería que eliminara a su marido. Fueron dos las llamadas que hizo la mujer para involucrarlo, incluso le dejó claro que si él no lo hacía buscaría a otro. Esto era como una declaración. Al menos desde su punto de vista como detective.
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La venganza de Kathy
RandomNo siempre tras los guapos se encierran las mejores virtudes.Y Kathy, lo descubrirá junto a Sofía al salir de vacaciones para disfrutar las playas del Caribe; sin saber que allí encontrarían lagrimas dolor y muerte. Sumergida en su propio infierno...