Capítulo 33

19 1 0
                                    

     Al otro lado de la ciudad...

   Como solía acostumbrar "El cobra", debido a su cautela y previsión, como para no ser rastreado ni por la policía ni por sus contratantes, había vuelto a trasladar a Kathy a otro lado de la ciudad. Cerca de una sala de juegos donde dos negros sometían sin compasión a un par de mujeres atadas a un madero, por un camino oscuro, hasta llegar por una empinada escalera, golpeando los peldaños con sus rodillas era arrastrada Kathy para trasladarla a un lugar más seguro, en medio de vómitos y escupitajos que florecían como repollos negros. Las fragancias del sándalo y la marihuana la exoneraban del telón de fondo que reblandecía desde el mercado de la esquina endulzando la vehemencia, mientras una rasposa voz helada golpeaba sus oídos. Se trataba de un fumadero en una casona sucia y destartalada, que según algunos clientes gozaba de la protección de la enorme Virgen que se encontraba al ingreso del vecindario. Donde el mismísimo encargado de Manuel, "el chino Kokin" salía a recibirlos, prodigando sonrisas torcidas y reverencias sin dejar de arrastrar sus ojos sobre Kathy, inyectados de una codiciosa lujuria.

     Cuando Kathy pensó que su tormento llegaba a su fin, iniciaba un desesperado motivo que le entristecía el pensamiento, por un lado la voz de un hombre calvo de mediana edad, resbala tenue por los bordes desteñidos de las cortinas que dividían el ambiente en donde la habían dejado, en tanto, desde el suelo solo podía divisar unos zapatos desgastados arrastrando una enorme caja de madera por el largo pasadizo... 

     Unos minutos después Kathy fue arrojada sin cuidado a una esquina de un cuartucho, haciendo que sus carnes sólidas se replegaran hacia un abismo distante, conduciéndola a una poderosa y deslumbrante batalla entre su juicio interior y el miedo desbordado... Al minuto siguiente, un hombre subió la empinada escalera, golpeando los poco ventilados escalones con un palo, produciendo a su paso un eco que triplicaba la dimensión de lo que venía arrastrando el miedo tras sí. Ruidos. Risas. Pasos. 

     Una llamada entrante calma las risas y un hombre bastante corpulento que triplicaba en dimensión a un hombre común, gesticulaba con vehemencia agitando unos papeles en el aire con desconfianza sostenida sin dejar de observar a Kathy, reclamando a su interlocutor un justo pago por su trabajo de secuestro y el adeudo de otros pagos aun no cumplidos.

      —¡Quién mierdas crees que soy! ¿Acaso un secuestrador novato?

      —...

      —De ninguna manera. Mañana a las 9am hora exacta quiero el dinero en mi cuenta o te olvidas de esta mujerzuela.

      —...

      —Me tiene sin cuidado tu Manuel, jefe mío no es.  

      —...

      —¡Ya dije. A las 9 am sino, olvídate!, tengo mejores planes donde podría ganar más dinero con esta potra.  —dice relamiéndose obscenamente observando a Kathy a lo lejos.

      —¿Pero qué se han creído estos?

      —Así es jefe, yo creo que ellos todavía no saben quién es usted. jajaja.

      —Al final me importa un carajo si las cosas no salen como ellos lo planearon. ¡Total! Vale más tener una cicatriz por delante, que la piel intacta por cobarde.

     ......................

    Mientras en el hospital, Pedro escucha una elegante voz que lo enamora y canta bajito al oído susurrándole palabras de amor, teniendo como testigo a la Luna bebiéndole en un beso. Desmoronándole la valentía al cobijo de las sombras, para decirle en un abrazo arrolladoramente cuanto lo quiere. Que sin él nada puede ser... Le invita a bailar un vals. Con duda él estira su brazo y coge esas frías manos, se prende de su cintura inclinándola hacia atrás, y completamente hipnotizado entre sus giros galantes se deja seducir creyendo estar en los brazos de Kathy,  ofreciéndole el paraíso  de paz y descanso con días menos amargos donde ella le regala sonrisas dulces, entre besos volados y tiernos, con pisadas como dagas traicioneras y una aguda sonrisa que presagia la partida, escondiendo en sus bolsillos su guadaña... Mientras tanto, un grupo de médicos rodeando una camilla intentan reanimar a Pedro, que yace desangrándose copiosamente tras cinco puñaladas.

La venganza de KathyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora