Capítulo 32

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     Medio día y las celdas se abren para dar paso a decenas de presos hacia el comedor con custodios haciendo guardia en doble fila, ataviados de barrotes de acero para evitar cualquier motín o acto irrespetuoso fuera de control. La angustia campea sobre alarmados hombres deslucidos por el oprobio de la culpa y la miseria, entre celdas con barrotes oxidados donde difícilmente se filtra la luz del Sol y el aire no se puede respirar ante el hedor de la pobredumbre instalado en todos los alrededores.

      Hombres arrojados a la perdición del infierno de la soledad...  

      Con los signos del flagelo influyendo en sus psiquis, ya que ellos son una escritura en nuestro inconsciente, una doble lectura que atrapa...

     Aunque ya han transcurrido algunas semanas en el reclusorio, Pedro junto a muchos otros hombres se siente pisoteado por el olvido de los viejos camaradas que se olvidaron que él era, antes, el hombre fuerte, el más ruin y desalmado para ser reemplazado por el sobrino de Vicente, "El Mechas", pero aún se resiste a dejarse destruir por el olvido de los años amargos que le esperan en un pabellón donde no ha sido bien recibido, gracias a Gabriel, sin embargo sigue pensando en la menor oportunidad que le permita ser alguna vez libre para vengarse de Kathy por nunca haber escuchado de boca de ella que lo amaba. Siempre sólo terror en sus ojos, Siempre sólo reproches. 

     Acababa de cumplirse precisamente siete años desde que Pedro conoció a Kathy, y desde entonces, no hacía otra cosa en la vida que solo amarla por sobre todas las cosas del mundo. La amaba a su manera. Y si acaso la golpeaba sin misericordia era sólo porque a ratos sus ojos reflejaban todo aquello que él odiaba. Odiaba el miedo. Odiaba la vulnerabilidad, y todo aquello que olía a debilidad y lo transportaban a la época en la que su padre maltrataba a su madre hasta hacerla comerse los dientes. Era eso lo que él castigaba, no a Kathy, a ella no. Claro, a veces lo notaba demasiado tarde, cuando ya se le pasaba la ira y la rabia que lo cegaba por intermitencias. Se odiaba mucho cuando notaba que al despertar de su trance alcohólico veía el cuerpo maltratado, herido, con moretones inmensos y él solo deseaba que no volviera a ocurrir...

     Después que la vio por primera vez no pudo vivir un día más sin tenerla para él, ella era la persona de mayor notoriedad entre las mujeres que solían acudir a la oficina de abogados, muy cerca de donde su madre solía acudir siempre a la tienda a comprar artículos diversos. Muy cerca de una pequeña tienda que siempre servía de fachada para ocultar el negocio del Mechas. Aunque la madre de Kathy era holgazana y de naturaleza rebelde, no podía decirse que era del todo una mala mujer, salvo cuando las drogas podían más que ella, sólo entonces sus costumbres disolutas, déspotas y de feroz condición. A excepción de cuando algunos hombres de mal vivir le procuraban un trago que la embrutecían y la hacían desconocer a su hija al punto de venderla por unas cuantas pitadas al mejor postor... Pedro quería que ella fuera para él, odiaba que otro siquiera la mirara, al punto de endeudar a su madre para quedarse con ella. Cuando no la veía, soñaba con ella. Cuando estaba con ella solo deseaba estar dentro de ella. Había fijado su residencia en ella. Sin embargo, vivía en un barrio modesto porque no había podido llegar a ser el mejor hombre de confianza del Mechas y porque nunca podía ahorrar nada, siempre las drogas y el alcohol hacían de él un estropicio. 

     Pedro era odiado por el jefe por una vieja rencilla, pues había tenido el cinismo de asesinar a su propio hermano en una reyerta y negarlo. Además, se decía que había asesinado a sus tres hijos, dos en el vientre de Kathy a punta de golpes y uno recién nacido. aunque nunca pudo comprobar si esos niños eran suyos o de Pedro. Y el Mechas quería a Kathy para él. Nadie podía, salvo los más cercanos, formarse idea de los sufrimientos de ella, de la resignada y bondadosa manera con que los sobrellevaba y de la tierna solicitud que constantemente desplegaba hacia él a pesar que no lo merecía.  Por su parte el Mechas también codiciaba a Kathy desde que estuvo con ella cuando Pedro la empezó a prostituir para pagar sus propias deudas de juego, y lo que le debía a la organización...

La venganza de KathyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora