Capítulo 12

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     —¡Nooo! ¡Suéltameee! ¡Auxiliooo! —Gritaba desesperadamente Kathy desde su habitación llamando la atención de Jamie; el cual se acababa de sobresaltar en medio de un profundo sueño, en la oscuridad de la noche al oír los desgarradores gritos de una mujer.

     Jamie se refregó los ojos con el dorso de la mano y se volteó nuevamente intentando conciliar el sueño, pero volvió a escuchar el sonido desgarrador de un llamado de auxilio. Se incorporó pesadamente y trató de oír otra vez aquello que creyó una alucinación de un mal sueño, pero cuando se disponía a seguir durmiendo un nuevo grito de ayuda lo despabiló y sin pensar más y apeándose de un palo de escoba se dirigió hacia la habitación que ocupaba Kathy con bastante cuidado, a fin de evitar que el delincuente huyera al menor ruido.

     —¡Qué extraño! —Pensó para sí mismo, pues no se explicaba cómo es que alguien hubiese ingresado a la casa siendo él muy cuidadoso con la seguridad. Incluso llegó a pensar que al llegar tarde Alejandro podría haber olvidado cerrar adecuadamente la puerta de ingreso principal. 

     Avanzó hacia el pasillo, atravesó descalzo el pasadizo frente a la puerta del baño. Adelantó unos pasos más y al ver la puerta cerrada de la habitación en la que descansaba Kathy; optó por pararse adecuadamente sin hacer el  menor ruido posible. Se detuvo y miró alrededor como un animal, con los ojos cercanos al suelo tratando de percibir algún otro movimiento  extraño entre las sombras que cubrían el pasadizo. Su corazón acelerado empezó a hacer un repiqueteo incesante que aturdía su razón. Intentó calmarse y se precipitó a la perilla de la puerta y la giró, aceptando sin reservas cualquier cosa a la que tenga que enfrentarse, e ingresó con violencia ante el último grito que Kathy emitió, el mismo  que le desgarró el alma, imaginando a su agresor haciéndole daño.  

     Pero al momento en el que la puerta se abrió con fuerza en el interior de la habitación sólo estaba Kathy acostada revolviéndose en medio de las sábanas agitada, con el rostro perlado por el sudor y una mueca de miedo dibujada en su rostro. Totalmente dormida, sin embargo no dejada de jadear y gritar pidiendo auxilio. Parecía que trataba de zafarse de alguna poderosa fuerza extraña, pero tenía los brazos rígidos y respiraba con agitación.

     Al  ingresar a la habitación se calmó tras observar a Kathy. Parecía que las cosas que observaba se decían como si hubiesen ya sido escritas. Jamie se acercó mucho más a la cama en perfecto mutismo. Y se dedicó a contemplar en un perfecto silencio cómo a pesar de estar dormida las lágrimas surcaban su rostro, como limpiando sin piedad, blandiendo la afilada espada, el dolor y la corteza de todo género de excrecencias. Ante ello él sólo tomó un lado de las sábanas y secó su rostro.

     —Jamie la contempló como cuando se mira a un animal herido. ¡Triste cosa es el mal sueño; que llanto nos arranca!, aunque sé que tiene en medio de su tristeza una alegría que aún no sale, porque aún le quedan muchas lágrimas de mil pedazos que aún flotan horadando su corazón. ¡Sin ausencia de color está su destino!. —Pensaba Jamie, sin dejar de observar atentamente su agitada respiración.

     Jamie se sentó con cuidado al pie de la cama y sin hacer mucho ruido ni movimientos bruscos que la sobresaltaran, aún más, le cogió el rostro e intentó despertarla con caricias suaves. Empezó a elevar su cabeza . Al elevarla un poco notó que la almohada se encontraba húmeda por la sudoración y por el miedo que esa mujer guardaba en su corazón debido a la experiencia que vivió hacía apenas unos días. Como pudo la sentó sobre su regazo y empezó a decirle palabras suaves hasta que la sintió calmada. En ese momento pudo despertarla poco a poco.

      —¡¿Qué haces en mi cama?!  —Se sobresaltó Kathy al sentir que Jamie estaba en la habitación con ella, sentado en la cama y la sostenía sobre su regazo. Aquel despertar la aturdió sobremanera, porque aún tenía rondando recuerdos de esos malnacidos con los que acababa de soñar. Y verse sobre las piernas de Jamie en posición casi fetal la hizo dudar de sus iniciales intenciones de ayuda. Porque a estas alturas ella ya no so era la misma chica confiada de antes. Las circunstancias la hacían dudar.

La venganza de KathyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora