Capítulo 9

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     Gabriel después de la llamada realizada empezó a pensar que era indudable que la señora Preciado había sabido ponerse a cubierto. 


     —...Y bueno, —se dijo— Después de todo consideró que estaba bien, pero... ¿qué había de su pago? ¿Lo habría cubierto?, o ¡será que la señora Preciado le estaba pensando ¿estafarlo? 


     —¡Wow! Aunque es un tanto difícil de creer... —pensó


     — ¡Se ven tantas cosas! ¿Por qué tendré que tener dudas?...


     Después de todo la señora Preciado le había quedado en pagar el saldo en cuanto cumpliera su trabajo, según lo ordenado. Por lo tanto lo prudente era esperar, pero... también podría suponer que la mujer temiera cualquier movimiento en falso por lo del crimen. ¿Por qué no pensar que lo hubiera depositado de antemano? Sería menos embarazoso para ella y tenía que calcular que ella no tendría motivo para pasar antes por la casilla, ¿o sí?.


     Gabriel, por su parte, estaba convencido de lo endeble de su razonamiento. Pero a pesar suyo, lo atormentaba la inquietud. 


     Por salud mental, no quiso darle más vueltas al asunto. Colocó nuevas monedas, en el aparato y digito en el teléfono público el número de uno de sus agentes auxiliares.


     —Oye— le dijo.


     —...


     —hazme un favor. Yo estoy en el norte del país y, aunque viajo hoy, puedo llegar muy tarde. quiero que me hagas una diligencia de fuerza mayor, ve a la oficina y saca una llave de mi cajón, el de mi escritorio. 


      —...


    —Es sencillo de saber cuál es, fíjate que la llave tiene una etiqueta con un numéro. Bien ese número corresponde a una casilla de correo del centro de... 


     —...


     —Bien, sube al segundo piso y allí en la estafeta buscas la casilla que se indica en la llave. Es posible que encuentres un sobre allí. Lo recoges y lo llevas ala oficina y lo dejas en el cajón superior, junto a la llave. Yo iré del aeropuerto a la oficina. Sé que tu estás cerca, no debe llevarte mucho tiempo cumplir con mi encargo. Te llamo dentro de una hora y media. ¿Okey?


     —...


     Después de oír la respuesta afirmativa del otro lado colgó. Le costó algún trabajo tratar de alejar la preocupación de su mente.


     Paseó algo inquieto por el centro de la ciudad, tratando de distraerse y ser visto como un turista de paso. De cuando en cuando observaba su reloj. Aunque juzgaba poco probable que le hubieran dejado el dinero por anticipado, tenía algo así como un oscuro presentimiento. Después de todo sería sospechoso que ella realizara movimientos de dinero post muerte del difunto, por ende no buscaría complicarse. Y podría haber ya dejado el dinero, como también no...

La venganza de KathyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora