Capítulo 35
La respiración de Kathy se hizo lenta, siguiendo el chirrido de sendas carretas cargando bultos hasta que no pudo distinguir entre el débil movimiento rítmico de estibadores cargando inmensos paquetes y la sensación aliviada de llenar y vaciar sus pulmones. Ya clareaba la mañana pero, después de estos días de encierro y maltrato se habían revivido algunos episodios del pasado, precisamente cuando ya había empezado a superar todo cuanto vivió.
El cuerpo policial no era precisamente un dechado de virtudes, incluso ellos estaban conscientes que los ojos del mundo estaban pendientes de los actos de los captores. Unos meses atrás el juicio pudo haberle dejado boquiabierta, sellando un precedente y esclareciendo circunstancias que ella desconocía y que jamás hubiera magnificado tras los actos de Pedro. Y viviendo en una ciudad, donde todos evitan a las personas que viven de la muerte, donde nadie se acuerda de los vendedores de sapos y culebras ni de los vendedores de flores, los constructores de ataúdes o los artesanos de lápidas -amén de muchos otros médicos forenses, guardianes de velatorios y donde hallar una razón de alegría o de paz en la descomposición de la vida es sinónimo de locura-, ahora la visión que Kathy estaba dimensionando sobre la idea de venganza y muerte. Estaba empezando a cambiar desde el preciso instante en el que había sido captada, secuestrada y tirada a un cuartucho mal oliente, a merced de entes de un submundo que jamás en su vida habría podido antes recrear, ni en sus peores pesadillas. Mucho más, mientras los minutos del tiempo dilapidaban su autorrealización como mujer por un cuerpo de intercambio sin razón ni voto, derrotada por la soledad en esa habitación de techo alto, sostenida por vigas de cedro que apenas podían estar en pie, entre paredes invadidas por la desidia y la complicidad transgresora. Tanto así, que le daba lo mismo que sea de noche o de día. Con el alma de una soñadora triste y cansada, pese a haber recuperado su libertad, Kathy, sólo deseaba que un rayo de Luna, en la noche silenciosa, le diera un poco de calma. Pues, no había delinquido en su vida pero, estos absurdos ataques a su persona la conminaban a instalarse en un oscuro rincón que la sumía a un laberinto de circunstancias imprevisibles, a punto de volver a construir esos feos barrotes, que antaño le habían construido una injusta prisión condenatoria, anulándola por completo a merced de Pedro.
Surgen entonces las mismas imágenes, una tras otra, de su propio cuerpo repetido junto al teléfono y marcando los números de personas amigas, los sentimientos de sorpresa e incredulidad durante la noche y las primeras horas del día siguiente en un intento esperanzado de escuchar 'yo puedo salvarte de ese infierno en el que has caído' o 'yo me hago cargo de eliminar a ese insecto' y las respuestas que nunca llegan ni de su madre, ni de su amiga, ni de sus conocidos, ni la de los otros ajenos que estaban siempre por allí.
De pronto empezó a hacerse algunas preguntas, de si estaba segura pese a estar fuera del alcance de sus captores con Pedro siempre siguiéndole los pasos como depositario de un karma que debía de seguirla por siempre...
Nunca el sonido de las sirenas había sido tan bien recibido por Kathy. Escondida entre sacos de tubérculos y atados de verduras, a recaudo de un par de humildes comerciantes, envuelta en sus carnes sólidas que nunca se habían alejado, mientras el amanecer la estaba recibiendo en el mismo lugar del que la noche le permitió, al escapar de los abismos y mundos distantes de lo ordinario, permitiéndole regresar ilesa, pese a haber atravesado el espacio curvo de una noche pletórica por una insistente llamada al exterior por parte del destino. Allí nebulosos e indistintos, los objetos flotaban en torno a ella, como el misterioso plan de fingidos fantasmas.
-¿Señorita, se encuentra usted bien? Le dice uno de los policías que desciende de la patrulla ante la mirada atenta y curiosa de vendedores y transeúntes.
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La venganza de Kathy
RandomNo siempre tras los guapos se encierran las mejores virtudes.Y Kathy, lo descubrirá junto a Sofía al salir de vacaciones para disfrutar las playas del Caribe; sin saber que allí encontrarían lagrimas dolor y muerte. Sumergida en su propio infierno...