Capítulo 4

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     Después que Kathy se hubo quedado sola una opresión en su pecho parecía empezar a descomprimirse. Era la primera vez en mucho tiempo que realmente se sentía bien consigo misma. Se sentó en una silla y empezó a observar de manera panorámica cada parte de su departamento.


     ¿Qué desordenado está esto? —se dijo—. Cada rincón de su depa guardaba la huella del descuido, la rendición, y el tiempo de la decadencia. Pero aquel cielo con nubes arreboladas por aquella agonía del sol de la tarde, ya no era eterna, resultaba ser pasajera. Del mismo modo que eran los momentos que Pedro pasó a su lado; hasta el preámbulo del presente instante, que acaba de terminar por ser el pasado del actual tiempo que está viviendo en este instante.


     Una sonrisa se cuela en su rostro, cual esperanza que clama un final feliz. Kathy se sacude el pantalón de un modo desinteresado, ingresa a su habitación y en una bolsa de basura termina de llenar los objetos personales que eran propiedad de él. Revisa su baño y lo desnuda de todo indicio de Pedro. Recorre su cocina y luego su sala. Eleva un mueble y encuentra restos de preservativos usados. Sin inmutarse los recoge todos y los mete a la bolsa. Sacude sus cojines y debajo de uno de ellos encuentra el celular que ella le compró para las navidades, en el preciso instante en el que este está timbrando. Lo abre y en su contestador aparece el nombre de una mujer. Rechaza la llamada y abre la galería de imágenes. En ella aparecen una serie de mujeres de distintas edades. Y entre ellas, algunas posando desnudas con el trasero expuesto.
El celular se le deslizó  hacia el piso por entre sus dedos. Se agachó. Lo tomó entre sus manos y destapó su cubierta,  retiró el chip; lo envolvió junto a sus preservativos y los introdujo a la misma bolsa de basura con todas sus pertenencias.


     También se le ocurrió que esos boxers sucios que minutos antes recogió de su sala también irían a parar allí. Instantes después; barrió y limpió todo. La basura que juntó también la depositó junto a las pertenencias de ese ser abyecto que un día tuvo como pareja. Cogió un rotulador, cinta adhesiva, un pedazo de papel y le puso el nombre de Pedro y una nota. Luego lo dejó al pie de su puerta de casa de sus padres con la ilusión de nunca más volver a verlo.


     De retorno a su departamento, Pensó que cuando ella regresara de sus vacaciones, era posible que Pedro nuevamente volvería ha insistir. Kathy en el fondo sabía que Pedro a veces se tornaba violento, y si ahora había podido votarlo fácilmente temprano sólo se debía a la falta que él tuvo la noche anterior siendo sorprendido en la cama de ella con otra mujer.  Pero, ...conociéndolo eso no evitaría que pasado unos días él volviera a insistir para volver con ella.


     En estos últimos tres años su relación nunca fue armoniosa del todo, él era un hombre demandante, controlador, gustaba del sexo duro, exigía siempre más de lo que él daba, no trabajaba y gastaba mucho. En otras palabras despilfarraba el dinero que Kathy se ganaba con esfuerzo. Los días de pago eran los días que más cariñoso se mostraba porque  obtenía el sueldo de Kathy completito, y sólo le dejaba lo justo para su transporte y los gastos de las cenas y desayunos que ella debía de prepararle... 


     La única forma de salir del lado de él era cambiar de ambiente, vender su departamento, e irse sin dejar rastros de ella para Pedro. De lo contrario se vería obligada a volver con él, tarde o temprano sin poderlo evitar, como ya antes le había sucedido, y cada vez era mucho peor que la anterior. Por esa razón, se le ocurrió pasar impulsivamente por una esquina en donde había visto una inmobiliaria. Ingresó y sin pensar mucho, habló con una chica acerca de su departamento y el cómo podía hacer para venderlo sin que la venta se haga de modo presencial. Hasta la misma fecha en la que ella firme la conformidad de la venta. Ésta le dió una hoja en la que aparecían algunos requerimientos que Kathy debía de reunir. El principal era hacer un documento notarial para darle un poder a la notaria, el resto eran meros trámites administrativos, que también los dejaría en manos de la notaría. Todo se veía bien. Salió de allí y antes que cerraran corrió a la calle del frente. Se metió a la Notaria del frente e hizo lo que debía sin muchos miramientos y con su tarjeta pagó el documento que debía de recoger a temprana hora del día siguiente para otorgar un poder extendido que le permitiera a la inmobiliaria solo vender su casa. 

La venganza de KathyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora