Capitulo 11.

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Te amo.

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Sentía que sus pies habían sido taladrados al piso, no podía moverse, no podía creer lo que sus ojos veían, ¿En verdad era ella? ¿Estaba soñando? No los vampiros no podían dormir, entonces ¿Estaba muerto? Era lo más sensato.

Y ¿Si no estaba muerto? Y si en realidad ¿Ella era real?, Podía sentir su calor, escuchó como su corazón latía desenfrenado, veía como en sus venas pasaba sangre, volvía a ver su dulce sonrojo, su olor era tan llamativo, ella era su tua cantante pero también su compañera. Su olor era exquisito, pero no la quería para beber su sangre y drenarla no él quería permanecer junto a ella por la eternidad, protegerla y amarla.

¿Cómo era que estaba viva? Habían pasado demasiados años desde la última vez que la vio y ahí estaba frente a él con su belleza impecable, con ese rubor que lo volvía loco, esos labios que besaría por horas, esos hermosos ojos azules que nunca se cansaría de ver. Pero si ella fuera un vampiro, su corazón no latiría, sus mejillas no tendrían ese rubor, sus venas estarían vacías, y en su cuerpo solo debería tener ponzoña y no sangre, entonces ¿Qué era ella? ¿En realidad era ella? Por supuesto que lo era el olor de su compañera era algo que nunca olvidaría flores y fresas.

—¿En verdad eres tú? —una vez más se deleitó con el pronunciado acento francés de su amada.

—Ya no soy Edward Masen, soy Edward Cullen—musitó sin despegar sus ojos de los azules de ella, al ver la expresión de tristeza reflejada en su rostro, quiso besarla hasta más no poder—Pero mis sentimientos y amor por ti no han cambiado, nunca cambiaron.

Sus ojos de nuevo brillaron al escuchar lo que dijo y una pequeña sonrisa surcó por sus labios—¡Oh, Edward!

Ni siquiera tuvo tiempo de decir otra cosa más cuando Edward se abalanzó hacia ella, besándola tan intensamente, lo había extrañado, había extrañado sus labios, sus besos, a él. Edward besaba eufóricamente a Romina como si fuera la última vez que lo haría y ahora estaba más que seguro que no sería la última vez que la besaría. Las maletas que traía en la mano las arrojó a algún lado de aquella gran sala espaciosa, cerró la puerta detrás de él, ya con sus manos libres tomó la pequeña cintura de Romina la acariciaba de arriba hacia abajo, como si tuviera miedo de romperla, Romina subió sus manos al cuello de Edward acariciando su cabello cobrizo y lo atrajo más hacia ella haciendo el beso más intenso.

No se necesitaban palabras para expresar cuánto se habían extrañado, solo eran ellos dos nadie más, solo ellos dos demostrándose cuánto se amaban. Con velocidad sobrehumana la recostó en el sillón de la gran sala, Romina se separaba en veces para poder respirar seguía siendo humana y necesitaba respirar. Edward bajó hacia su cuello besándolo delicadamente, Romina gimió al sentir la fría mano del vampiro invadir su cintura desnuda, Edward dio un pequeño gruñido al escucharla.

𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨 [𝐸𝑑𝑤𝑎𝑟𝑑 𝐶𝑢𝑙𝑙𝑒𝑛] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora