Capitulo 17.

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Neófitos.
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Las semanas habían pasado, tanto así que solo faltaban tres días para la graduación, Alice estaba entusiasmada porque era la encargada de organizar una fiesta en la residencia Cullen.

Romina y Edward seguían igual, ella no le hablaba y él trataba de ganarse su perdón, pero ella era difícil por lo cual el cobrizo estaba cada día más triste.

—¿Crees que este bien si coloco luces de colores? — preguntó Alice mientras se sentaba a lado de Romina.

—Todo lo que escojas quedará perfecto Alice, eres una gran organizadora.

—Lo sé —contesto sonriendo— ¿No has hablado con él?

Preguntó poniéndose abruptamente seria. La de ojos azules levantó la cabeza del libro que leía

—No, no lo he hecho.

—Él te ama Romina, pero teme que de un momento a otro te alejes abruptamente de él, pero sigue así, has que sufra por haber dudado.

La de corte Pixie y su hermana rieron por la propuesta.

—¿Quieren salir a algún lado?, necesito comprar algunas cosas que hacen falta para mí vestido —invito Rosalie caminando para después sentarse a un lado de Alice quedando Romina en medio de las dos.

— ¡Si!, ¡Iremos de compras! — aplaudió efusivamente Alice.

—Creo que yo después voy, además no le hace falta nada a mi vestido, y quiero terminar este libro — respondió Romina mientras se alejaba nerviosamente de Alice.

La pequeña duende era una adicta a las compras, hace unos días tuvieron que sacarla de una tienda de Calvin Klein porque estaba arrasando con todo, compraba todo tipo de ropa y bolsos sorprendiendo a las vendedoras.

—Ah no, eso sí que no, Te quiero, pero ahora iremos de compras.

Contesto Alice mientras tomaba su bolso y se llevaba a rastras a Romina quien tenía una cara de sufrimiento haciendo reír a Rosalie quien salía detrás de ellas, subieron al convertible verde descapotable de Romina quien quería lucirse un poco porque hace una semana había llegado su coche de Francia.

Rosalie apoyaba la idea de que Romina siguiera ignorando a Edward por el simple hecho de querer molestar a su hermano, aunque él estaba un poco triste se lo merecía por haber dudado de la de ojos azules.

Al llegar a Port Angeles, más específicamente en el centro comercial, todas las miradas se dirigieron hacia ellas mejor dicho hacia el auto. Bajaron del auto mientras Alice daba pequeños brinquitos de emoción arrastrando a Romina para entrar a una tienda de accesorios como collares, aretes, brazaletes, etc.

𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨 [𝐸𝑑𝑤𝑎𝑟𝑑 𝐶𝑢𝑙𝑙𝑒𝑛] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora