Siempre.
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—¿Seguro que ellos estarán bien? — preguntó Romina siendo besada por el cobrizo.
—Preciosa, ellos estarán bien, sabes que Esme y Carlisle los cuidarán muy bien— murmuró bajando sus besos al cuello de su esposa— Solo déjame disfrutarte un rato más amor.
Habían viajado hacia la isla Esme, como una segunda luna de miel. Romina se había negado a dejar a sus hijos solos, pero fue convencida por Edward asegurándole que ellos estarían bien. El crecimiento de los pequeños Cullen no era tan avanzado, parecían tener seis meses cuando en realidad tenían un mes de haber nacido, los dos eran muy apegados a su madre, pero al parecer comprendieron que su madre y padre necesitaban unas vacaciones solos por lo que no lloraron cuando se fueron, porque sabían que volverían.
Habían paseado toda la isla divirtiéndose de un lado a otro. Por los días jugaban, paseaban, iban a la cascada, y por las noches Romina le modela todas las lencerías a Edward las cuales Alice había equipado en su maleta, primero empezaban con risas y juegos divertidos, pero al último Edward la tomaba entre sus brazos y la besaba con deseo para después hacerle el amor toda la noche.
Habían salido de la isla unas cuantas veces para visitar la ciudad de Brasil de noche. Habían comprado cosas para la familia y para sus hijos.
Seth se había comprometido con Nicole, Romina estaba feliz por él. Cuando la neófita había despertado el lobo estallo en llanto cuando la vio, había tenido miedo de perderla de verdad, pero ella vivió, cumplió su promesa. Bella y Jacob se habían casado y ahora se preparaban para ser padres, todo era perfecto.
El sol daba en su máximo esplendor en la cima de la isla haciendo que la piel de los dos vampiros brillará, los dos estaban tomados de la mano mientras Edward acariciaba la cintura de su esposa con cariño. Miraban el hermoso y gran paisaje que la isla ofrecía, ahora estaban completos, estaban juntos.
El cobrizo miró así esposa, su piel destellando en mil diamantes en bruto, sus ojos color ámbar, ya no eran azules y estaba seguro de que extrañaría ver el hermoso destello azul de sus ojos, pero lo más importante era que la tenía a ella, con él. Sus hermosos labios rojos como la sangre, suaves y lindos, su tierna nariz respingada, sus hermosas y finas facciones. Ella era su Romina, solo suya.
—Quiero mostrarte algo— susurró Romina mirando fijamente a Edward.
—¿Qué?
Romina cerró los ojos y dejó que las imágenes fluyeran, escuchó la exclamación de sorpresa de su esposo al leer su mente.
Recordaba la primera vez que se conocieron.
—Señorita, señorita— grito aquel joven de cabello cobrizo.
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𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨 [𝐸𝑑𝑤𝑎𝑟𝑑 𝐶𝑢𝑙𝑙𝑒𝑛] ✓
VampireEh tratado de escapar de mi destino, pero todos los caminos siempre me llevan a lo mismo. Aunque en cierta parte le agradezco porque ese camino me llevo nuevamente hacia ti, mi dulce amor, mi amor eterno.