𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨 [𝐸𝑑𝑤𝑎𝑟𝑑 𝐶𝑢𝑙𝑙𝑒𝑛] ✓

Capítulo 34.

Esto no es real.
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No sabía porque, pero sentía que ese sería el último día en el que podría ver el Crepúsculo, el último día en el que podría ver la Luna Nueva, el último día en el que podría ver el amanecer y el sol desaparecer para que la noche pueda aparecer, para que tal vez pueda aparecer un Eclipse. Sentía que sería el último día de su vida.

En esos interminables minutos se puso a pensar en millones de cosas a la vez. Recordó a sus padres biológicos, cuando vio a Edward por primera vez, su primer beso, su primera vez, su compromiso con Edward, la noticia de la muerte del cobrizo, el incendio donde perdió a toda su familia, cuando despertó como mitad vampiro, sus años como nómada. Recordó cada carta que le había escrito a Carlisle y a Esme, su reencuentro con Edward, la noche en la que hicieron el amor, su matrimonio con el cobrizo, cuando le dijo el si, su luna de miel y finalmente su embarazo.

A pesar de todas las desgracias que tuvo, no se arrepiente de absolutamente nada. Porque gracias a todo eso, pudo volver con Edward, su amor eterno.

—¿Estás bien Romina? — preguntó Rosalie al verla muy callada.

—Estoy bien Rose.

Retiro su vista de la ventana para mirar a la rubia. Romina quería seguir viendo el bosque porque sentía que esa sería la última vez que lo vería, pero ella no se rendiría, ella viviría, lo prometió y lo cumpliría.

—Debes pensar algunos nombres para los bebés— recomendó la rubia emocionada al saber que su hermana iba a tener dos bebés.

—Tienes razón, de hecho, ya tengo el nombre de los dos— informo felíz sorprendiendo a Rosalie.

La rubia se aseguró de que no hubiera nadie a su alrededor porque supuso que Romina no quería que los demás supieran los nombres aún.

—No hay nadie lo suficientemente cerca para escucharnos— murmuró Rosalie.

—Si es niña quiero que se llame Elizabeth, como la madre de Edward, y si es niño quiero que se llame Thomas como mi padre— susurró la pelinegra con una sonrisa.

> ¿Son demasiado anticuados?

—Para nada, son preciosos, me gustan.

>Vivirás para poder ver a tus hijos crecer Romina, solo mantente viva.

Murmuró triste Rosalie, la de ojos azules sonrió mientras abrazaba a su hermana.

—Viviré.

Rosalie solo suspiro para volver a asentir, cambio su expresión de preocupación a una sonrisa, mientras cambiaba el tema.