𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨 [𝐸𝑑𝑤𝑎𝑟𝑑 𝐶𝑢𝑙𝑙𝑒𝑛] ✓

Capitulo 18.

Jasper.
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—Hola Jasper— saludo Romina sentada arriba del Jeep.

—Hola enana.

Ignorando el apodo preguntó—¿Cómo sabes tanto de esto? Si te molesta o incómoda responder, no digas nada.

—No, está bien, todos saben mi historia y es hora de que tú también lo sepas.

La pelinegra se acomodó mejor para escuchar atenta la historia de su hermano adoptivo.

—Yo no tuve la misma crianza que tuvieron mis hermanos adoptivos— mostró sus marcas de mordidas, Romina soltó una exclamación de sorpresa para después abrazar a Jasper quien gustoso acepto el abrazo— Son marcas de guerra, el entrenamiento que me dieron fue inútil contra los neófitos, aun así, nunca perdí una pelea.

Le ofreció un brazo a su hermana adoptiva ella lo acepto y empezaron a caminar mientras Jasper contaba su historia.

—Fui el mayor más joven de la caballería todo sin ver una batalla. Conocí a cierta inmortal María, iba de regreso después de evacuar a mujeres y niños entonces las vi inmediatamente ofrecí mi ayuda — empezó a recordar aquel día mientras Romina veía aquella escena que Jasper había vivido en su mente.

—Ella estaba creando un ejército— afirmó.

—Eran muy comunes en el sur había constantes y brutales batallas territoriales, María las ganó todas era inteligente, cuidadosa y me tenía a mí, yo era el segundo al mando — suspiro— mi habilidad para controlar emociones me sirvió mucho, entrenaba a sus neófitos, era una ocupación constante ya que ella no los dejaba vivir más de un año, mi tarea era disponer de ellos, podía sentir todo lo que ellos sentían. Creí que lo que teníamos María y yo era amor, pero me manipulaba, yo era su títere, no conocía alguna otra cosa hasta que encontré a Alice.

Sonrió enamorado por la pequeña duende —Ella si me vio venir por supuesto.

—Y me hiciste esperar mucho. —contesto Alice mientras se acercaba a Jasper.

—Le pido me disculpé señorita.

Se acercó a ella para después besarla, Romina sonrió ellos eran tan diferentes, pero tan iguales a la vez, se complementaban.

La de ojos azules se acercó hacia su pareja siendo recibida por un apasionado beso de Edward.

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La casa Cullen estaba en silencio, pero aun así todos se encontraban haciendo sus habituales cosas.

Edward estaba recostado a lado de su pareja acariciando sus negros cabellos como el ébano, disfrutaba la relajada respiración de su novia mientras dormía, cuando de repente ella se levantó sobresaltada alertando al vampiro.