Capítulo 37

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White Blood - Oh Wonder.

ATENCIÓN: A partir de este capítulo y en adelante estarás leyendo capítulos SIN editar y SIN correcciones

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Narrando Rebecca.

Con lágrimas resbalando de mis ojos, cierro la puerta frustrada. Camino hasta la cama y recuesto de lado, de modo que no veo la puerta.

¿Qué persona se desaparece por casi una semana sin decir nada? No tenía forma de comunicarme con él o Jona porque los jodidos celulares se han quedado en casa de Jonathan.

Ahora está claro que no voy a regresar a esa casa. Jonathan nunca me vino a buscar, Grigory se desapareció y ahora resulta que esta será mi hogar de nuevo. ¡Sin mi jodido consentimiento tomaron esa decisión! ¡los dos son unos idiotas!

Casada, intento conciliar el sueño. Mañana tengo cita con la doctora y eso implica levantarse temprano. Además, ya no tiene caso atormentarme con lo mismo de los últimos días. Jonathan y Grigory, son unos jodidos, idiotas, imbéciles y nada lo va a poder cambiar.

Cuando menos pienso, mis ojos se comienzan a cerrar indicando que en cualquier momento me voy a quedar dormida en los brazos de morfeo.

•~•~•~•~•~•~•~•~•

Abro los ojos levemente al escuchar como la puerta de mi recámara se abre. Tardo unos segundos en darme cuenta de quién se trata, Grigory y nadie más que él.

Lo único que se me ocurre hacer es pretender estar dormida.

Escucho sus pasos más y más cerca de mí. De pronto se sienta en la cama y supongo que me observa. ¿Debería abrir mis ojos? Quizá es momento de hablar como los adultos que somos.

—Perdóname— dice retirando algunos cabellos de mi rostro—. Perdónenme— repite refiriéndose a las tres.

Un cosquilleo se hace presente en mis ojos al sentir como deja un beso en mi barriga. Por más que quiera impedirlo, no puedo. Me he convertido en una Nicole Carson o mejor dicho; Dimitriou. Igual de llorona.

—¿Por qué lo haces?— cuestiono abriendo mis ojos.

—¿Hacer qué?— responde con otra pregunta.

—Obligarme a quedarme aquí.

—Porque es mi responsabilidad cuidar de ustedes.

—¿En serio?— me siento sobre el colchón—. ¿Cuidarnos? Ni siquiera nos buscaste los pasados cuatro meses.

—Tú no respondiste mis llamas— reprocha.

—Eso no debería detenerte para que nos vinieras a buscar.

—Te aseguro que te hubieras escondido de mí con tal de no verme.

—¿Y qué querías que hiciera si tu dijiste que buscara al verdadero padre de mis hijas? No si claro, pásale, te abro la puerta aunque me hayas dicho zorra en pocas palabras— lo sé, he repito mucho lo mismo pero es la pura verdad, eso dijo y eso fue bastante hiriente.

Bajo Su Sombra (2º) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora