Capítulo 47

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In This Shirt - The Irrepressibles.

Esa hora dentro del avión, fue la hora más larga de mi vida entera

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Esa hora dentro del avión, fue la hora más larga de mi vida entera.

Tras aterrizar en San Petersburgo, recibo la noticia que menos hubiera deseado escuchar en ese instante. Jacob se ha llevado a mi esposa. En ese momento juro que desee matar a quien pusiera en mi camino, pero necesito ser fuerte, no por mí, sino por mi esposa que me necesita.

—En verdad lo siento, mister— dice Adrik, cabizbaja.

—Cállate. No te quiero escuchar— bajo de la camioneta estrellando la puerta.

Nuestra casa está destruida y gente muerta se encuentra tendida sobre el césped. La poca vida que existía en estas paredes se ha borrado.

—¡¿Cómo mierdas pasó esto, carajo?!

—Mister, cortaron todos los cables que manejan las cámaras y luces.

—Quiero que reúnas a todos los hombres. Ese cabrón no tardará en comunicarse.

—Sí, mister.

Despego la mirada de Adrik y entro a la casa para alcanzar las escaleras y subirlas lo más rápido que mis piernas me lo permiten. Voy en dirección a la habitación con la esperanza de encontrar a Rebecca dormida, pero por supuesto que ese no es el caso. Solo encuentro la cama deshecha, con algunas almohadas tiradas en el suelo.

Me siento en el colchón y dejo escapar algunas lágrimas retenidas. Esto es mi culpa. Si no la hubiera dejado sola esto no hubiera sucedido. Ella estaría aquí espero por mi regreso.

Me limpio las pocas lágrimas que se deslizan al darme cuenta que mi celular comienza a sonar. Lo saco del bolsillo de mi pantalón y no dudo en contestar la llamada desconocida. Solo podría tratarse de una persona. Una muy desagradable, por cierto.

—Hola, Grigory.

—Juro que te mataré, cabrón— espeto, levantándome de la cama.

—Si me matas, mis hombres se encargarán de matar a la señora Dobrovolski— vocifera—. ¿Qué loco, no?, ella era mi novia y ahora resulta que es tu esposa.

—¿Dónde mierdas estás?

—Ey, ey, no me hables así. Recuerda que yo tengo a tu esposa y si se me antoja, justo en este momento le saco uno de tus bebés.

—No la toques, imbécil— bramo como si fuera una mismísima bestia. Entonces, un grito ahogado se escucha. Reconozco el sollozo, es de Rebecca—. ¡No la toques!

—¡Cállate, imbécil!— grita de vuelta—. Así funcionarán las cosas. Al terminar esta llamada te mandaré una dirección, eso quiere decir que te quiero ver aquí antes de las doce. Ah y no vayas a traer compañía.

—¡No me vengas con tus estupideces!— el hijo de la gran mierda cuelga la llamada dejándome a medias—. ¿Bueno?. Maldito imbécil— aviento el celular a la cama.

Bajo Su Sombra (2º) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora