Capítulo 11

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No promises - Shawn Mendes.

Tengo mi mirada clavada en el techo

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Tengo mi mirada clavada en el techo. Todavía no puedo creer que me haya metido a la recámara de Grigory y, por poco, termino quedándome atrapada.

No podemos.

Me frustra solo pensar que siento este fuego recorrer mi cuerpo cuando lo tengo cerca y no puedo permitir que nada suceda. No puedo repetir la misma historia que se ha repetido toda mi vida: los hombres malos nunca van a cambiar por mí.

Dios, ¿por qué siempre me terminan atrayendo ese tipo de hombre, para empezar? ¡¿Qué anda mal conmigo?! Puedo enamorarme de cualquiera que tenga una carrera, un empleo, un futuro estable y sereno, pero, no, tengo que caer rendida por el jodido hombre que lleva esa vida llena de adrenalina, peligro y misterio.

Desde no sé cuántas horas he estado contando borreguitos y, nunca, de los nuncas, he logrado conciliar el sueño. Seguro tengo unas espantosas ojeras que con maquillaje dudo que sea suficiente para ocultar.

—Miss —habla Galina desde afuera—. ¿Se puede?

—Adelante —me aseguro de cubrirme bien con la sábana. Ni siquiera me he tomado el tiempo de colocarme bien la camisa.

En parte lo hice con la pequeña, casi nula, idea de que Grigory no tendría control y vendría a buscarme.

<<Mierda, ¿en qué estoy pensado?>> me riño.

—Buenos días. El desayuno ya está, ¿quiere que mande a Masha traerlo a su recámara?

—No, Galina. Hoy voy a desayunar en el comedor.

—Perfecto. Enseguida acomodo su lugar.

—Gracias —sonrío.

Ella sale de la recámara.

Gruño por lo bajo. Lo puedo oler, su aroma impregnada en mi piel y, uhh, no entiendo por qué percibo cierta fascinación. ¿Qué tan difícil es hacerle entender a mi cuerpo, alma y corazón que nada, NADA, de Grigory me puede fascinar?

Lo primero que hago al conseguir salir de la cama, es darme una ducha, más que nada para quitarme el mal aspecto que cargo y relajarme. Que, en sí, relajarme no es posible sabiendo que de alguna u otra manera voy a tener que ver a Grigory.

Termino de ducharme y agarro mi celular para revisar los mensajes que tengo pendientes. Entre ellos están mis mejores amigos y, el más importante, el de mi madre.

"Hola, hija, ¿cómo estás?. Te contento porque ya se acerca la navidad y te quiero recordar que nos vamos a reunir en la casa para celebrar juntos en familia. Tengo tu cuarto listo para recibirte. Déjame saber si vas a traer a Jacob. Te amo. Cuídate, mi niña" - mamá.

Suelto un suspiro.

Tengo que averiguar como inventar una historia creíble para decirle a mi familia que Jacob y yo hemos roto, porque, claramente, no hay forma en la que vaya a contarles que murió. O, más bien, lo mató el mejor amigo de Maximiliano, quien me ha recibido en su casa que está en ¡Rusia!

Bajo Su Sombra (2º) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora