El Rey de las Tinieblas tiene un lema inquebrantable: en su mundo no existe el amor, solo el peligro. Al menos eso creía hasta que conoció a Rebecca Jones.
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Grigory Dobrovolski, un hombre que las demás personas lo ven como un empresar...
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Se queda estático al escucharme decir que estoy embarazada. Con esa simple reacción, sé que las cosas no van a salir como esperaba.
—¿Embarazada?— su voz cambia, de pronto.
—Sí, de seis semanas.
—Por eso estabas actuando raro, ¡¿cuánto tiempo lo ocultaste?! —alza la voz.
—No mucho. Hoy después de que tú te fuiste a trabajar, fui al doctor y ahí me afirmaron que lo estoy.
—No lo puedo creer —se levanta de la cama, pasando sus manos sobre su cabello, despeinándose. Incluso se jala la corbata como si lo estuviera ahorcando.
—Yo lo siento, Grigory. Te juro que no pensé que fuera a quedar embarazada —me siento, siguiéndolo con la mirada. Parece entre furioso y confundido. De cierta manera, lo entiendo, él dejó muy en claro que no quería hijos y ahora vengo yo a decirle que va a ser padre.
Que ganas de que las noticias fueran como esos videos dónde la pareja llora, se abrazan y le llaman a todos sus familiares para decirles la buena nueva. Es triste que no tenga la oportunidad de celebrar de tal manera la noticia de que voy a ser mamá.
—Necesito estar solo —se encamina a la salida.
—Grigory, por favor, no te vayas —ruego llorando, pero no me hace caso, en cambio, sale por la puerta, estrellándola.
Me tiro en la cama, sintiéndome más destrozada de lo que estaba.
Oh, no, las cosas se me estaban resbalando de las manos. Grigory está reaccionando peor de lo que creí y... Dios, mis temores incrementan a escalas altísimas.
—No te vayas...
Por supuesto que no se detiene, ni siquiera escucha mi súplica. ¿Cómo es posible que esta mañana estábamos felices y ahora estamos discutiendo? Odio este tipo de cambios drásticos, porque nunca sé cómo manejarlos, lo único que se me ocurre es llorar hasta secarme, hasta sentir que mis ojos no pueden abrirse de lo hinchados que están.
Al cabo de los minutos de darle vueltas entre si me quedo en la cama o voy a buscarlo, decido ir detrás de él. Tengo que ser fuerte, quedarme aquí tirada, no voy a solucionar nada. Además, no me ha dicho que piensa al respecto, solo me ha pedido tiempo. Quizá estoy creando ideas paranoicas en mi cabeza que son innecesarias y solo está procesando la noticia. A la primera, no a cualquiera le cae bien saber que va a ser padre, ¿verdad?
Bajo las escaleras sin encender la luz. Lo hago inconscientemente, porque ahora que estoy embarazada de dos bebés, debo de ser más cuidadosa.
Camino hacia la sala del piano y no lo encuentro allí, así que el siguiente lugar que pasa por mi cabeza es su oficina. Cuando estoy enfrente de la puerta, entro sin siquiera tocar.
