Capítulo 7

24K 1.7K 346
                                    

Same old love - Selena Gomez.

Estoy tumbada en el suelo, viendo el techo blanco en el que según hay figuras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estoy tumbada en el suelo, viendo el techo blanco en el que según hay figuras. Si no nevara tanto de seguro la pasaría afuera, no aquí encerrada. Un día más que la pase en esta recámara y juro que voy a morir. En mi lápida va a decir: "Rebecca Jones falleció tras estar enjaulada en la casa de un ruso sin hacer nada 24/7".

Sigo sin conocer la ciudad, son solo fotos las que he visto y, entre más deslice la pantalla hacia abajo, más incrementan mis ganas de salir a turistear, no me molesta si son los gorilas los que me persiguen en lugar del Grigory.

Es solo que estoy tan cansada de pasarla rondando por los mismos pasillos sin tener ningún cambio día tras día. Puedo garantizar que hasta Oreo está enfadada de verme hacer lo mismo.

El encerramiento lo único que me está ocasionando es que me sienta más deprimida y tensa. Nada bueno puede resultar de ello.

He tomado la decisión, voy a pedirle a alguien que me lleve a la ciudad. Nadie me podría detener, ni siquiera el amargado del ruso.

Me levanto de un salto y, asegurando que Oreo tenga bien acomodada su camita y traste de agua, salgo corriendo a la primera planta.

—Miss Rebecca, hoy se ve muy alegre —habla Galina en cuanto traspaso la puerta de la cocina.

—¡Verdad! —exclamo—. ¿Sabes dónde está Adrik?

—De seguro anda fuera con el míster.

—Oh, bueno. ¿Sabes quién me podría acompañar a la ciudad?

—¿Cómo para qué, miss? No es que quiera sonar chismosa, pero el míster nos tiene prohibido dejarla salir —¡jodido cabrón! ¡¿Qué piensa?! ¡¿Qué voy a seguir todas sus órdenes?! ¡¿Quedarme encerrada sin hacer nada?! ¡Pues no, está muy equivocado el ruso!

—Bueno, yo ocupo comprar algunas toallas... ya sabes, femeninas —si mintiendo es como consigo lo que quiero, pues que así sea.

—Puedo mandar a alguien por ello.

—No, yo lo puedo hacer. Uno de los gorilas me puede llevar.

—¿Gorilas?

—O sea los hombres de Grigory.

—¿Promete regresar rápido? —yo asiento—. Vadhir te puede llevar.

—¿Dónde lo encuentro?

—Por lo general está cuidando la puerta de la entrada. Si no le dice a cualquier muchacho y ellos se comunican por medio del radio con Vadhir.

—Mil gracias, Galina —la abrazo con fuerza.

—Intenta no demorar, pero sí ve a darte una vuelta —me guiña un ojo.

—Vuelvo en un rato, siendo así. Ah, y te encargo a Oreo, por favor.

Con una sonrisa dibujada en mis labios, salgo disparada de la cocina en búsqueda de un tal Vadhir.

Bajo Su Sombra (2º) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora