*Diez*

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El sábado llega como si lo hubiera estado jalando, y en lo que pasó la semana y luego de mi encuentro —nuevamente fortuito— con ese arrogante, no volví a pisar el bosque. Así que me dediqué a hacer otras cosas más entretenidas; no obstante, ya esperaba que fuera sábado. Papá no me deja usar su pickup, o si lo hace, pero dentro del patio, así que básicamente parece que conduzco dentro de un enorme corral.

—Lavaré los platos —aviso y me levanto de la mesa para recoger los platos.

—¿A qué horas te recoge Joshua?

—A eso de las tres. Queremos aprovechar la tarde.

—¿Y a qué horas regresarás?

—Después de la media noche —digo para molestarle y él resopla como esperaba—, tranquilo viejo, ¿a las ocho está bien?

—¿A quién llamas viejo?

—A quien más.

Le miro con cara de sarcasmo haciendo un mohín de burla con mi boca.

—Tal vez no te de permiso de salir, y tu madre está muy feliz conmigo.

—¡Papá! —resoplo—, me escaparé por la ventana.

—Quizás le ponga barrotes.

—No eres divertido, ¿sabes? —rechisto.

—Está bien. Que sea a las ocho. Y dile a Josh que te deje donde Brooke, su esposa quiere verte y estaremos jugando un rato.

—No me harás esperar, ¿verdad?

Lo cierto es que odio a los hijos de su amigo Brooke. Son pequeños y traviesos, deberían crecer el doble cada año.

—Vamos, Mel quiere saludarte.

—Está bien, le diré.

—Entonces diviértete.

—Sí que lo haré, porque luego sí que me aburriré con los demonios de tu amigo.

—¡Allie, son solo niños!

—Del demonio —reviro y él se echa a reír.

Me apuro en lavar todo y dejar las cosas arregladas, y una vez termino me voy a mi habitación. Tomo mi teléfono y encuentro varias llamadas, y no son de mi madre. Ella ha estado feliz porque le llamo puntual y hoy sábado le he llamado temprano. Es Cam. Le marco de vuelta.

—¿Dónde andabas?

—Almorzando con papá, ¿tú que crees? —me quejo mientras entro al tocador del baño y me miro al espejo.

—Lo siento, olvidé calcular la hora —se disculpa—, ¿Qué haces?

—Me preparo, Josh pasará por mí en un rato para ir al centro comercial. Ya te lo había contado —le recuerdo.

—Ah, sí, pero vaya, que divertido —bufa y siento su leve sarcasmo.

—Que te pasa, el pueblo es bastante divertido.

—Aburrido, querrás decir.

—Tendrás que venir conmigo para que te des cuenta de lo contrario.

—No lo creo, prefiero el glamour de la ciudad.

—Dios, que creída que eres.

—Lo siento por ser una chica de ciudad.

—¡Graciosa! —le bromeo.

—¿Y tú salvador también va a ir?

Su pregunta me hace resoplar, y la verdad es que no les he contado a ninguna mis otros encuentros con él. No vale la pena, porque no es más que un arrogante.

Un chico malo en mi verano✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora