*Seis*

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Subir la colina para llegar a la enorme y lujosa casa de Scarlet, fue casi una odisea. Sin embargo, eso solo hace que puedas apreciar lo grande y majestuosa que es, y por ende todo el dinero que deben tener. La enorme mansión parece un faro iluminando toda la colina.

No sé mucho de su familia; pero siempre se dice que son los más ricos del pueblo. Su padre es dueño de un bufete de abogados famosos y tienen mucha amistad con el alcalde. Así que, a diferencia de lo que piense Cam, debo sentirme alagada de que me hagan parte de su celebración.

Cuando llegamos al rellano de la entrada que básicamente sirve de estacionamiento para los autos que ya han llegado, noto que lo de fiesta se queda corto. La música que sale a borbotones de la casa se escucha a kilómetros. Joshua busca espacio donde estacionar porque casi no hay, pero desde antes de bajar ya me dejo contagiar por la música. Me hace sentir como si estuviera empezando a conocer lo que será mi nueva vida universitaria donde las fiestas no se harán esperar. Es lo que teme mamá, yo solo me mantengo a la expectativa.

—¡Sí que es una gran fiesta! —exclamo dejando salir mi emoción por lo que experimento.

—Bueno, Scarlet es muy popular. —Sophie contesta.

Siento la sobradez en sus palabras, no me extraña que sean muy amigas.

—No sabía que fueran tan amigas —emito mi inquietud.

—Lo somos de siempre. Solo que pasaba de viaje, pero ahora está de vuelta y pasamos más tiempo juntas —aduce.

Ella mira a Joshua como si necesitara que corroborara lo que dice, él finalmente asiente. Vuelvo mi vista hacia ella y de repente su actitud me resulta algo egocéntrica.

—¿Qué tal si entramos? —Josh propone y yo concuerdo con su pedido.

—Sí, vamos. Me gustaría saludarlos a todos —expreso.

Si esto va a ser mi fiesta de bienvenida ya quiero empezar a disfrutar de la celebración. Los tres caminamos hacia la entrada, y Sophie se adelanta y toca el timbre mientras nosotros aguardamos. La puerta se abre un instante después, me cuesta un poco recordar a la chica que se asoma por ella, pero, creo que es... Scarlet.

—Por fin llegan, ya esto se puso bastante bueno —dice toda alegre sosteniendo un vasito azul en su mano. Se le ve feliz, viste muy bonito y se nota que es caro—, ¿Allie? —se refiere a mi interrogante.

—Eh sí, soy yo, hola.

—Seguro no me recuerdas mucho, pero yo sí, adelante.

Ella abre la puerta de par en par e indica que entremos con un gesto de su cabeza, guiado por el ritmo de la música de fondo cuando se aparta de la puerta. Entramos, y sin duda, el lujo de afuera está muy bien reflejado adentro.

—La verdad, no te recuerdo mucho —respondo nerviosa, caminando a su lado.

Scarlet se ve que tiene una buena vida.

—Era por mis viajes, pero ya estoy de vuelta —corrobora lo que ya había dicho Sophie—, la fiesta es en la piscina, allá están todos —señala con su vaso hacia una enorme puerta de cristal tallado por donde se cuela la música que recorre todos los pasillos de la casa y borbota por las ventanas.

Las atravesamos y en efecto, todos están allí, y muchos más de los que imaginaba. En realidad, es la primera vez que asisto a una fiesta en su casa y no conozco a nadie. A nadie de los amigos que creía vería allí. Miro a Josh de reojo y este se encoje de hombros. Eso me recuerda que mis planes con Josh y sus amigos, antes de que Sophie y él se ennoviaran no iban más allá de ir a ver película en el cine del único centro comercial grande que hay, o acampar en el bosque y hacer una fogata para asar malvaviscos y tararear canciones al son de la guitarra de palo de Gustav.

Un chico malo en mi verano✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora