*Cuarenta y uno*

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El tiempo compartido con los chicos estuvo divertido, y por un largo momento olvidé que tenía problemas y me alegré por los chicos, finalmente todos ellos tienen planes para cuando acabe el año y comience el nuevo. Josh irá a la universidad que quiere y casualmente Julie también ira allí. Me alegro por él, y porque esté con alguien con quien pueda decidir en conjunto sin tener que forzar al uno lo que quiere el otro. A las once de la noche terminamos de apagar la fogata y de asegurarnos que no queden tizones encendidos, por lo que nos tocó traer agua para ello.

Me despido de cada uno. Declino el ofrecimiento de Josh de llevarme al aeropuerto, prefiero hacerlo sola. Afuera de casa espero a que los chicos se vayan, y luego entro en casa. Papa está en el sofá viendo un partido de futbol. Me acerco y le beso la mejilla.

—Descansa —me dice y yo asiento, y me apresuro en subir a mi habitación.

Una vez dentro suspiro hondo, mañana me iré y aunque dije que quizás volvería, no creo que lo haga. Luke no dejará de ser mi hermano dentro de un mes o un año, eso es algo que no se puede cambiar. Me quito la chaqueta y justo cuando lo estoy haciendo escucho ruido afuera de la ventana, miro hacia allí y es Luke. Me mira y parece dolido, trato de mantenerme firme, pero verlo allí me hace querer llorar.

—¿Así que te vas de vuelta a tu casa y no ibas a decírmelo? —increpa y parece muy molesto.

Suspiro hondo, no puedo culparle por pensar así de mí.

—Luke...

—Por eso no contestas mis llamadas.

—Ah...

—Creí que te importaba, en serio creí eso.

—Me importas, Luke, pero es mejor que regrese a casa —no sé qué más decir, es obvio que no se creerá lo de que tengo un resfriado mortal.

—No es cierto. Yo sé la razón por la que te vas. Creí que había logrado convencerte, pero ya veo que no —prosigue en su idea, que es la misma razón por la que tengo que irme; sin embargo, no es porque no me importa, es porque lo hace demasiado, tanto que ahora no lo puedo soportar.

Mi teléfono vibra sobre la mesa donde le dejé y él me mira.

—Lo había olvidado —esbozo mientras camino hacia allí y miro quien llama. Debe ser mi madre, pienso, pero al ver la pantalla no es su nombre el que veo, es un número desconocido.

Lo tomo y miro a Luke. Contesto antes de que se cuelgue.

—¿Allie? —escucho que preguntan por mí al otro lado, reconozco esa voz—, ¡William! —menciono por la sorpresa y justo cuando lo digo veo la cara de Luke arrugarse.

—Eh, sí, ¿te llamo en mal momento? —dice y quiero colgarle, sin embargo, increíblemente tengo una solución para que Luke se vaya y se decepcione de mí. Tomo aire para ser yo, quien quizás rompa un lindo corazón.

—No, no llamas en mal momento —digo y la mirada de Luke se vuelve adolorida, impotente baja su rostro, y me da la espalda.

—Que alivio, Cam me dijo que tuviera en cuenta el cambio, y eh estado insistiendo, pero me alegra que me hayas contestado.

—Sí, a mí me sorprende que me llames —sigo contestando y cada palabra que digo parece impactar en la espalda de Luke.

—Le pedí tu número a Cam, espero no te moleste.

—No, no te preocupes —prosigo como autómata. Sin pensar. Si lo hago no podré dejar ira a Luke.

—Tu mamá me dijo que regresabas mañana, espero poder verte.

—Está bien, a mí también me gustaría verte —digo y veo como Luke camina hacia la ventana.

—Súper, entonces te veo cuando llegues.

—Vale —digo bajando mi rostro y cuelgo, pero cuando lo levanto, Luke ya se ha ido.

Suspiro hondo, muy hondo aguantando las lágrimas por lo cruel que he sido, y porque ni siquiera puedo evitarlo.

«Lo siento, Luke, solo espero que puedas vivir».

***

Un chico malo en mi verano✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora