*Epilogo*

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El tiempo pasa y a veces tan rápido que se siente como un borrón en tu vida. Empezando por la operación de Luke, que fue exitosa. Mi padre —ahora suyo también— resultó ser el donante ideal y su médula funcionó sin problemas en el organismo de Luke. Eso le dio una alta tasa de probabilidad de vida que nadie esperaba, y luego de eso solo queríamos estar juntos en todo momento, pero no era posible, Luke tenía que hacer sus cosas para recuperarse y yo las mías, y mientras cada uno avanzaba por su lado, nunca nos perdimos de vista ni un solo momento porque hicimos una promesa.

Y como prometió, hizo que su madre no vendiera la casa y conservara en una parte del terreno alrededor. Papá estuvo gustoso de trabajar en la recuperación de la construcción y convertirla junto a una cuadrilla de trabajadores en la casa que era antes de que el tiempo y el abandono la envejecieran y derruyeran lentamente con el paso del tiempo.

La situación con mi padre lejos de ser complicada, se volvió algo peculiar en nuestras vidas; sin embargo, Luke no me quitó a mi padre, y en su lugar se convirtió en el padre de los dos. No creí que pudiera hacerlo, pero al final todo resultó muy bien, aunque, lo que si tomó su tiempo fue que mi madre y la suya por fin entablaran más que conversaciones sobre qué harían con nosotros.

Todo ese tiempo que transcurrió fue muy bonito con Luke y entonces vimos las luciérnagas juntos en aquel pueblito perdido en algún lugar de México, las vimos hasta que murieron luego de mostrarnos toda su luz, como en aquella noche, de aquel verano que ahora se siente muy lejano.

—¿Allie? —escucho la voz de mamá, sacándome de mis pensamientos. Los pensamientos que no mueren ni nunca morirán porque son fuertes como veneno.

—¿Estás bien? —me pregunta y yo suspiro hondo.

—Sí, lo estoy —respondo y ella sonríe.

—¿Preparada?

—Por supuesto mamá —espeto y ella sonríe.

—Yo no.

—Supongo que es algo a lo que nunca te acostumbrarás.

—Así es —suspira hondo y con un deje de resignación—, pero supongo que ya llegó la hora.

—Bueno, la retrasé bastante —le hago ver y ella sonríe.

—¡Bien! —exclama abriendo sus ojos—, apúrate, no crees que me hace mucha gracias que te vayas lejos.

—Mamá, me voy a la universidad, no al fin del mundo —me quejo como lo hacía cada que viajaba a Gladwyne. Después sonrío y ella acaricia mi mejilla mirándome cómo si yo no creciera ni un palmo para ella.

Pero lo he hecho. Tomo mi maleta y empiezo a salir de la habitación. Carl y Theo nos esperan abajo.

—Llama apenas llegues al dormitorio.

—Lo haré.

—Mas te vale.

—Ya déjala, Emma, ni que fuera la primera vez que viaje sola —Carl como siempre defendiéndome, y así avanzamos hasta que salimos fuera de la casa y papá está allí... y, también él, el veneno que me cautivó y que seguirá viviendo por mucho tiempo más a mi lado y yo al suyo, atesorando lo que más importa. La oportunidad de poder vivir.

Miro agradecida a papá porque al final nos ha dado a ambos la oportunidad de hacer que mi vida se llene de más momentos increíbles que se convertirán en borrones, pero llenos de felicidad.

—Creo que tu madre nunca dejará de mirarme raro —me dice y yo le sonrío.

—Eso es porque eres irresistible —le digo alzando mis cejas, burlándome y se echa a reír.

—No soy irresistible, Allie, soy veneno, y soy peligroso —aduce y yo sonrío ahora.

—Mi dulce e irresistible veneno —le corrijo engreída, dándole un beso y papá se aclara la garganta haciendo que nos separemos.

Nos separamos y él toma mi mano y así, agarrados nos encaminamos a la camioneta de papá. Él nos llevará a la universidad donde logramos entrar los dos, porque por fin luego de esperar un año ahora podemos ir juntos a donde por fin comienzan nuestros sueños, y nuestro futuro.

***

Jelou!! Y con este epilogo termino de narrar la historia de Veneno, espero que les haya gustado, aunque sé que algunas ya la leyeron en la otra plataforma y me costa que les hice llorar. Espero les guste a las que no lo había leído.

Muchas gracias por llegar hasta aquí.

Un chico malo en mi verano✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora