*Doce*

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La tarde empieza a caer. Seguimos caminando, y las sensaciones se entremezclan en mi cabeza. Miro a todos lados y no logro ubicarme, o si, pero no puedo hacerlo a causa de esas sensaciones. Él tiene razón, quiero llorar por la extraña frustración que siento.

Pero no frente a él...

¿Por qué habría de hacerlo?

La sensación de sus delgados dedos agarrando mi mano mientras sigue tirando de mí, como si fuéramos alguna especie de pareja... me hacen despertar.

—¿No deberías volver con tu novia? —pregunto lo primero que se me ocurre.

Él se detiene y me mira.

—¿Cómo sabes que tengo novia?

—¿Entonces si tienes?

—Y tú, ¿tienes novio?

¡Vaya! Esa pregunta me hace sobresaltar y entreabrir mis labios sin saber que decir. Es claro que no afirma ni niega que tenga una novia, pero que hay de mí. Ahora hace que me sienta estúpida.

—No es de tu incumbencia —espeto jalando mi mano, soltándome su agarre, pero no de la sensación cálida de su mano.

Me sobo la mano, aunque realmente no quiero que desaparezca la sensación. Eso hace que me sienta peor que estúpida. Ridícula. Él me mira, y, sin embargo, su expresión no cambia. Es seria cuando espero que se burle de mí.

—Bien, eso quiere decir que tampoco es de tu incumbencia si tengo novia o no —responde sin perder esa seriedad.

Eso me hace bufar.

—Eres un idiota, ¿sabes?

—Igual que tú —replica al tiempo que encoje sus hombros, seguido da la vuelta y sigue caminando de forma petulante.

Me quedo mirándole como se aleja y no se detiene. Flipo por dentro apretando mis puños para no darle el gusto de llamarle, al final creo que se está dando mucha importancia. Y tal vez es mi culpa por dejarme asombrar. Sopeso si ir detrás de él o devolverme con los chicos; no obstante, no quiero hacer eso porque estoy dolida con Joshua y lo último que quiero es que me confiese que ya tenía planeado terminar con su novia.

—¿Vienes o te vas a quedar allí? —su voz desde lejos me saca de mis dilatorios pensamientos.

Le miro, y es el quien se ha detenido para llamarme, ¿por qué?, ¿acaso le importo?

Suspiro hondo y decido que no hay ninguna razón para hacerlo, quizás solo le gusta molestar, y no puedo negar que, en medio de todo, él tiene ese cierto atractivo que te cautiva quieras o no. Suspiro de nuevo cuando veo que sigue aguardando por mí.

Camino hacia él y cuando estoy por alcanzarle reanuda la marcha y se adelanta, miro hacia donde se dirige y veo el parque central del pueblo, y eso indica que básicamente hemos dado la vuelta en redondo. Ahora puedo ubicarme. Ahora sé dónde estoy, ¿y con quién? Eso quiero averiguarlo.

***

Un chico malo en mi verano✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora