*Veintidós*

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Tiemblo de nuevo, y como el beso anterior, es tierno y dulce para su constante engreimiento. Y a diferencia de ese, esta vez no suelta mis mejillas. Sigue tomándolas en sus manos, mientras sigue besándome, prolongándolo tanto que siento que voy a estallar.

Ya lo hago.

Entreabro mi boca para sentir su lengua, suave y eso sí que será una nueva experiencia para mí. Mi primera vez recibiendo un beso con lengua. Mis piernas se derriten con el pensamiento y cuando siento su lengua tocar mis labios y luego entrar en mi boca; no obstante, a la gran sensación que me invade, me siento tonta porque no sé qué hacer o cómo actuar, y quizás termine mordiéndole. Sin embargo, justo cuando siento que me quedo sin aire y necesito respirar, él se detiene. Nuestros rostros tan cerca y con la respiración de cada uno golpeando nuestras caras.

—¿Es la primera vez que te besan así? —pregunta y no puedo flipar pensado que es inoportuno, justo me lleno de vergüenza.

—Creí que había demasiadas preguntas de parte y parte.

—También que no me respondes; pero asumiré que sí y estoy encantado de ser tu primera vez.

—Supongo que debo parecerte muy torpe. Y seguro has tenido mejores.

—¿Eso crees? —me cuestiona volviéndole la seriedad.

—¿Qué tal Scarlet? Ella se ve mucho más madura y experimentada que yo.

Le doy la espalda para que no vea mi cara, seguro parezco un intento de novia resentida, tonta y celosa, y hasta patética.

—Por qué habría de saber eso. Nunca he besado a Scarlet —aduce y eso hace que me gire un poco avergonzada y sorprendida.

Me hace pensar en Sophie y sus locas suposiciones. No es mi novio ni nada, pero no estoy muy lejos de comportarme igual; no obstante. Tomo aire.

—Tal vez no quieras hacerlo tú, pero ella quizás sí. Esa noche en su fiesta tu estabas allí y no creo que solo hayas aparecido para rescatarme —expongo mi pensamiento.

Quizás exagero, o quizás no, pero tal vez es mejor que aclaremos todo. No quiero apresurarme, pero tampoco quiero parecer desesperada.

—¿Te ha dicho algo? —pregunta y aunque quiero sorprenderme, no puedo.

Si lo ha hecho y no hace muy poco.

—Me ha dicho que tú eras suyo —repito la advertencia que me hizo esa chica altanera.

—¿Y tú le crees?

—No lo sé. Tal vez solo espero que lo aclares.

—¿Para qué?

—¡Oye! —chillo y él se acerca.

—No tengo nada con Scarlet. Estaba en su casa porque su padre está asesorando a mi madre con la venta de este terreno y de momento no tenemos donde quedarnos, pero solo será hasta que encontremos un lugar apropiado.

—Vaya, y si es así, ¿porque no me respondiste antes?

—Nunca preguntaste eso exactamente. Solo querías saber si salía con Scarlet, ¿verdad? —Básicamente me acusa.

—¡Bien! —admito mi exabrupto rodando mis ojos y él se ríe.

—¿Alguna otra duda?, o ahora si me crees.

—No. —Acepto—, solo no quiero tener problemas con esa chica. Se nota que le interesas mucho.

—Pero a mí no me interesa ella. Solo tú.

—¿Entonces debo creer que en serio te gusto?

—¿Lo de los besos no funcionó?

—¡Idiota! —chillo a lo tonto.

—Sí, soy un idiota por creer que también querías besarme la otra noche.

Eso me deja sin habla. Me hace suspirar profundo. Bajo mi rostro, pero él levanta mi mentón con su dedo para que le mire directamente a los ojos. Ojos que siempre me dejan fascinada.

—Yo quería... besarte, pero fuiste tú quien me... rechazó.

Creo que mi dignidad se va admitiendo eso; sin embargo, siento que de algún modo ahora es como si pudiéramos hablar con normalidad. Con confianza, y se siente bien

—Ya veo, por eso andabas toda enojada y no recibiste la lista que te compartí —me acusa.

—¡Si lo hice! Es solo que no la escuché, aún —me defiendo.

—Está bien. Podemos escucharla ahora —aduce quitándose los cascos del cuello y colocándolos en mi cabeza.

—Puedo saber por qué te gustan esas canciones tan viejas.

—No son viejas. Son un clásico —emite sacando su teléfono y empezando a buscar seguramente la lista que me envió—, a mi padre le gustaban esos grupos así que decidí recopilar toda la música posible y me parecieron geniales —añade y más allá de la profundidad del azul que a veces se percibe frío, veo felicidad.

—Creí que nunca supiste quien era.

—Mamá no lo admite aún, pero estoy segura que es él —aduce seguro de sus palabras.

—¿Entonces sabes cómo se llama o donde encontrarlo?

—Todavía no sé dónde está, pero espero encontrarlo a tiempo —dice y en su voz se puede percibir un poco de anhelo y esperanza.

Me hace admirarlo, y más con el hecho de que no conoce a su padre y quizás nunca sepa realmente quién es por lo que me contó de su madre. La música estridente empieza a sonar en mis oídos sobresaltándome. Es demasiado ruidosa para seguir pensando, espanta todos mis pensamientos. Le sonrío mientras poco a poco me acostumbro. A él parece complacerle que le dé una oportunidad a esa clase de música extraña —«que le gusta escuchar porque le recuerda a quien cree es su padre»— y de otra época que no conoceremos, más que por su huella ruidosa e imborrable en el tiempo.

***

Un chico malo en mi verano✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora