Estaba perdidamente enamorada de mi novio, el hombre más guapo y sexy que haya podido ver, al menos lo era para mí.
Nuestra relación era perfecta. Bueno, eso era lo que yo pensaba. Tiempo después descubrí que estaba embarazada y decidí contarle lo q...
Daba vueltas por el pasillo hecho un manojo de nervios, ¿Por qué tardan tanto? ¡Carajo!, no puedo entender qué demonios me pasa, ya he decidido que ese niño no nacería porque arruinaría todos mis planes y sueños.
Soy un maldito lo sé, pero no estoy listo para esto, no estoy listo para ser padre, además; Yulissa no es la mujer con la que quiero compartir una vida y mucho menos tener una familia. Ella es especial, si que lo es, y todo este tiempo a su lado me he sentido muy bien, su dulzura me embriaga y necesito estar a su lado. Nos entendemos bien en todas las formas, especialmente en la cama, no sé lo que siento por ella. Me gusta muchísimo lo confieso y hasta podría decir que la quiero, pero solo eso. Tal vez le di falsas esperanzas o le hice creer que ella y yo podríamos tener un futuro juntos y por eso creyó que embarazándose lo lograría. Mis padres ya han escogido una esposa para mí, nunca se lo dije porque no le di importancia, pero ahora...
¿Será que estoy cometiendo un error?
¿Y si entro ahí y detengo a Andrés?
¿Y si mejor dejo que lo tenga y se lo quito?
¿Y si...
No, no puedo defraudar a mis padres, Yulissa no lo vale. Ese pequeño no merece tener una madre como ella.
Confieso que cuando me metí con Yulissa solo quería pasarla bien en la cama, pero con el tiempo las cosas fueron cambiando y cuando sentí esa paz que necesitaba decidí estar con ella como pareja, no estuve con nadie más, solo con ella. Nunca le fui infiel, le mostré sinceramente mi ser, ella fue de las pocas personas con quién me abrí y fui yo, sin temor de ser rechazado o juzgado, por eso me dolió cuando supe que solo fingió entenderme, que todo lo planeó y...
Mi padre tiene razón, no doy más que un pobre imbécil. Imbécil por creer que ella era distinta a las demás, por creer sus palabras, por creerle cada vez que dijo que me amaba, pero resultó ser igual a todas. Solo fue ofrecerle dinero para que mostrara su verdadero ser y comprobar lo que mis padres decían sobre ella.
Salgo de mis pensamientos cuando escucho el sonido de la puerta abriéndose, veo a Andrés salir con Yulissa, ella aún no me mira.
—¿Ya? —titubeo al preguntar.
—Si, eh. Está hecho. —responde Andrés, parece nervioso, no dice nada más y regresa a su consultorio.
Fijo mi vista en Yulissa, está ahí parada, con su mirada en el suelo, cuando voy hasta ella se marcha al cuarto donde había entrado con la enfermera, me quedo ahí esperando por ella, al rato sale vestida y viene hasta a mí.
—Mi dinero, lo quiero ahora. —Me pide sin mirarme.
No digo nada, solo la observo con desilusión ¿Es todo lo que le importa?,
Pensé que al menos sentiría un poco de estaría triste por la perdida de su bebé, pero no, ella solo quería su maldito dinero. La ira me invade, voy al auto en busca del maletín que contiene el dinero y se lo aviento a los pies cuando regreso, quiero que sepa lo basura que es, la miro con desprecio y camino rumbo a la salida.
—Marcos —La escucho llamarme y me detengo sin voltear a verla.
—¿Ya tienes tu dinero ¿Qué más quieres?
—Solo quiero decirte que a pesar de esto yo... Te perdono, te perdono porque sé que un día te arrepentirás de esto, te arrepentirás por permitir que tus padres te manipularan, siempre lo han hecho y lo seguirán haciendo hasta que decidas tomar el control de tu vida. Te arrepentirás de todo lo que no hiciste por tí, de lo que no hiciste por nosotros. —Siento sus brazos rodear mi cintura—. Te amo, aunque no me creas y dudes de mí, en verdad te amo y te amaré siempre Marcos, recuérdalo y perdón, perdóname por no ser lo suficientemente digna para ti. —Di la vuelta y no supe por qué, pero tuve la necesidad de abrazarla también. —Adiós Marcos, espero que seas feliz con la vida que elegiste.
No digo nada, solo la atraigo a mi y la abrazo como si fuera la última vez. Por un momento su mirada por fin se encuentra con la mía, tampoco dice nada y de repente... me besa, tal dulce , tan tierno que por una extraña razón, se siente diferente.
Estaba confundido, ¿Qué había sido eso? Me separo de ella para dejarle claro que ya se acabó.
—Tú y yo hemos terminado Yulissa, no vuelvas a besarme, tampoco me busques más. —digo sin mirarla y salgo de aquel lugar dejándola ahí.
Conduzco a casa pensando en lo que había sucedido, no entendía qué demonios me pasaba, mucho menos todos esas sensaciones que me produjo aquel beso.
Ya la has besado antes, Marcos.
Sí, la he besado antes, pero ¿Por qué esta vez se sintió tan diferente? Peor aún ¿Por qué me siento como la mierda misma por dejarla?
No te atormentes Marcos, ya deja de pensar en eso, me digo una y otra vez sin lograrlo.
Tomaste la mejor decisión y lo sabes.
Llego a casa más confundido que antes, mis padres me esperan ansiosos en la sala y apenas me ven entrar me atacan con sus preguntas las cuales no respondo
—Marcos, te estoy hablando. —reprocha mi madre.
—Déjame en paz mamá, ya no tienes de que preocuparte. El niño ya no está —respondo subiendo las escaleras hacia mi habitación.
—¿Cómo estás seguro de eso? ¿Lo viste con tus propios ojos? —pregunta mí padre.
¿Enserio acaba de preguntar eso?
Detengo mis pasos y me devuelvo para estar frente a él.
—¿A caso querías que trajera los...? Ni siquiera sé que era aún papá y no sé que querías ver.
—Solo debías asegurarte. Llama a Andrés y pídele pruebas.
—Estás enfermo papá, no haré eso. Andrés lo hizo, me lo aseguró y confío en su palabra.
—Pide una prueba de embarazo entonces —Me ordenó.
—Bien, aunque tendrás que esperar al menos unas tres semanas para eso, ahora déjenme en paz.
—¡Marcos!
—¿Qué mamá?
—Felicidades hijo, creí que te dejarías convencer de esa mujer y por eso mandé a cancelar tus tarjetas, también puse en venta tu auto.
—¿Qué hiciste qué?
—Tenía que asegurarme hijo, pero ya no te preocupes. Mañana las activo de nuevo y ahora mismo cancelo la venta. Espero que ya no hagas idioteces y te fijes con quién te acuestas. Aunque ya deberías dejar leso y dedicarte a tu prometida.
—Quiero descansar un rato, no me molesten —digo y me marcho a mi habitación.
Entro al baño, me doy una ducha y me acuesto a dormir un rato.
Pienso y pienso hasta que llego a una conclusión:
Tomé la mejor decisión.
Me digo intentando aliviar la culpa que por una extraña razón, siento.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
