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🌷YULISSA🌷

Los nervios me están consumiendo y la angustia se ha apoderado de mí. Hoy es el día, un día muy difícil si no logro nada. No podía dejar de pensar  en lo que sería capaz de hacer si lo que había planeado la noche anterior, no funcionaba.

Marcos pasó por mí a las 8:00 de la mañana para llevarme con él sin que pudiera protestar. Me subió a su auto con la ayuda de esos tipos, quedé en medio de esos dos y el conduce. No ha dicho una sola palabra, y yo tampoco, ni siquiera lo he mirado ni una sola vez en todo el trayecto hacía la clínica.

Estoy enojada, muy desilusionada de él y mucho más conmigo misma. Me siento impotente.

—Llegamos —dice por fin. Miro por la ventana el lugar, es una clínica no muy grande y hasta podría jurar; que no es del todo legal.

Marcos baja primero, abre la puerta del auto para que el tipo baje, toma mi mano y me obliga a salir de un jalón. Prácticamente me entran a la clínica a empujones.

Quiero gritar, quiero llorar pero me contengo. Nadie se atrevería a ayudarme.

Una mujer bajita y algo corpulenta nos recibe, al parecer no hay nadie más aquí, y el doctor claro está.
Ella es la enfermera, Marcos le dice algo y ella nos guia por un pasillo un poco oscuro, al final hay una puerta con un letrero que dice:
Dr. Miller.

La enfermera me pide que la acompañe para prepararme para el procedimiento. Marcos le pide a uno de sus guardias, que no se han desplegado un solo momento, que nos acompañe. Me llevan a un cuarto pequeño y gracias al cielo, el tipo se queda afuera. La enfermera me pasa una bata azul la cual pide que me coloque después de desvestirme de la cintura para abajo y yo lo hago sin protestar. Luego me lleva al consultorio del doctor Miller quién habla con Marcos.

—No quiero que estés aquí —digo molesta.

—No me interesa lo que tú quieras Yulissa. —responde de mala manera.

—Marcos, amigo. Creo que es mejor que salgas, la necesito calmada para esto y tú no la ayudas —dice el Doctor y en el fondo agradezco su intervención.

Marcos sale furioso del consultorio cerrando la puerta de un tirón, de inmediato la enfermera me toma del brazo y me acuesta en la camilla. En ese instante siento como mi cuerpo tiembla del temor, la opresión en mi pecho no me deja respirar con facilidad y entonces me desespero. Las lágrimas no tardan en salir y mí llanto llama la atención del doctor, trato de no hacer mucho para que Marcos no me escuche.

—Debe calmarse, no...

—No quiero hacerlo. —Logro decir—. No lo haga por favor, Marcos, él me está obligando

—Déjenos solos. —Le pide el doctor a la enfermera que no deja de mirarme con sorpresa, ella ofrece y se va—. No puede cambiar de opinión ahora señorita, usted ya recibió un pago por interrumpir su embarazo.  —Me levanto y voy hasta él.

—Sí, él me ofreció dinero, pero la verdad es que deseo tener a mi bebé, de lo contrario no estaría aquí, me hubiese tomado una píldora o un brebaje y asunto solucionado, en vez de... usarlo a usted. Créame, yo no quiero abortar a mi bebé y usted no puede obligarme, sé que para este procedimiento yo debo estar de acuerdo y no lo estoy, también sé que puedo retractarme. Nunca quise venir aquí, pero Marcos no me dejó otra opción, usted mejor que nadie debe saberlo. Ayúdeme por favor, no me deje sin mi hijo, por favor. Se lo suplico.

—Lo siento, pero no puedo ayudarte. —Me da la espalda—. Te sugiero que no intentes nada, no sabes de lo que sus padres serían capaz de hacer si te ayudo. Esa familia es poderosa.

—Por favor —Me coloco enfrente de él, tomo sus manos y me hinco sin quitar mi mirada de la suya—. Por favor —Suplico envuelta en lágrimas—. Usted no se imagina lo que me duele esto, si tuviera hijos sabría lo que se siente que alguien quiera lastimarlo.

—Los tengo, tengo dos.

—Entonces puede entenderme a la perfección —Asiente—. Le juro Doctor Miller que me iré muy lejos a dónde no podrán encontrarnos, nunca volveré a esta ciudad. Usted no va a tener ningún problema con ellos porque jamás lo sabrán, le doy mi palabra, yo no quiero el dinero que me ofrecieron, ni ser parte de esa familia tan monstruosa, no me interesa tener ningún beneficio de ellos, yo solo quiero a mi pequeño hijo conmigo por favor. —Se agacha y tomó mis manos.

—Yo también recibí un pago para hacer esto, debo cumplir mi parte del trato o tendré problemas, así que lo siento, lo siento mucho, no insistas bonita.

—Cualquier cosa que le hayan dicho de mi, le juro por la vida de mi hijo que no es cierto. No me interesa el dinero de los Grimaldi. Yo, estuve con Marcos porque lo amaba, lo amo. Me enamoré como idiota de él y aunque ahora lo esté odiando, él es y será por siempre, el hombre al que amo. —Mi voz se quiebra—. Mi hijo es producto de ese amor y lo amo también. Lo quiero conmigo, por favor, déjelo vivir y le juro por la memoria de mis padres que son sagrados para mí, que ni Marcos, ni la familia Grimaldi, ni usted sabrán nunca más de mí.  No lo haga por mí si no quiere, hágalo por sus hijos, esos dos pequeños a los que un día, les tendrá que explicar que su padre le quitó la vida a un ser inocente, esos mismos a los que con sus manos sucias va a abrazar, y con su conciencia cochina los va a besar en las mañanas, en las noches cuando se vayan a dormir y aún así, usted tendrá ese privilegio, en cambio yo... Nunca podré hacerlo con el mío porque usted no tuvo el valor de ayudarme. Le quitará la oportunidad de vivir, de sonreír, de conocer el amor de su mamá, el amor, todo por ser un hombre cobarde y ambicioso que...

—Yo no te escucharé más y si sigues...

—Por favor —Aprieto su camisa para evitar que se vaya—. Sé que he logrado conmover su corazón, pero es usted un hombre cobarde. Así que usaré mi última carta —Me levanto, limpió mis lágrimas y lo miro fijamente—. Le daré todo el dinero que Marcos me ofreció, y créame que es una fuerte cantidad, también todos mis ahorros, además de eso piense que también tendrá el dinero que ya le dieron los Grimaldi —digo muy segura de mí, ya me había dado cuenta que el dinero es su motor—. Doctor, ¿Cuál es su decisión? Es mucho dinero y le juro por mi vida y la de este bebé en mi vientre, que está será la última vez que usted y yo nos veamos —Me acerco y coloco mi mano en su corazón—. Puedo ver que desea ayudarme, pero tiene miedo y no quiere defraudar a su amigo quién  depositó su confianza en usted, entiendo eso porque es usted un gran amigo. No debe ser fácil ir en contra de su ética profesional y sus principios solo porque tú amigo te pidió hacer algo... Inapropiado. ¡Que buen amigo es Marcos! ¿No? —sonrío.

Sus ojos me miran dudosos, el signo  peso se ve dibujado en ellos y a la vez la culpa se refleja. Los cierra un instante, toma aire y de nuevo me mira.

—¿Cumplirá su palabra?

—Por su puesto.  Estaré agradecida de por vida con usted Doctor Miller, pero
sus hijos se sentirán orgullosos del padre que les tocó. Se lo aseguro.

—De acuerdo —Respiro aliviada y Sonrío victoriosa llena de felicidad y gratitud.

—Gracias.

"El dinero lo puede todo, hasta quitar el temor."

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¿Qué piensan del doctor?

MATEO, La Mejor Decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora