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🌷 YULISSA 🌷

—Ya casi llegamos. —La voz de Andrés me saca de mis pensamientos.

En el trayecto no quise hacerle preguntas, sabía que no me diría nada y tendría que esperar.

—Bien. —Es todo lo que digo.

Observo lo verde del pasto debajo de nosotros y es entonces que noto que estábamos aterrizando en  medio de la hacienda.

Andrés ayuda a los niños a bajar primero, y luego a mí porque llevaba a mi pequeño en brazos dormido. El ruido ni siquiera le importó en lo más mínimo al momento de dormir.

Miro en todas las direcciones y me enfoco en todo el lugar y me enfoco en la casa de dónde Eva sale sonriente, detrás de ella está Marcos con su cabeza agachada, parece nervioso y...

¡Mierda!

Mi corazón se estruja al verlo así, pálido y con moretones en su rostro, no puedo dejar de verlo con angustia y preocupación.

¿En que se metió?

Eva abre sus brazos y corre hasta llegar a nosotros, me da un abrazo de bienvenida y un dulce beso a mi i hijo en la frente. Los niños empiezan a llamarla y entonces va en su dirección para hacer lo mismo con ellos y con Andrés.

Me da alegría verlos a los cuatro sonreír, parecen una familia.

Mi vista vuelve a posarse en el hombre que nos miraba con devoción, estaba estático, en cuanto nuestras miradas se encontran, la aparta. Es como si se sintiera avergonzado y no se atreviera a mirarme. Camino despacio hacía él, ya que no se atreve a hacerlo, en poco tiempo estamos frente a frente, pero aún no se atreve a verme a los ojos.

—Marcos. —Lo saludo,  pero sigue sin mirarme. Libero una de mis manos para tomar su mentón y hacer que lo haga. —¿Qué pasó? ¿Por qué estás así?

—Yulissa, yo...

Su mirada pasa a mi pequeño que se mueve un poco, una sonrisa se forma en sus labios y yo imito su acción, se acerca  más, coloca sus manos en mi nuca y me da un beso que aunque me toma por sorpresa, correspondo gustosa sin importar que hay espectadores. Escucho a los niños reír y me río también provocando que mi hijo se despierte de su siesta.

Eso sí lo despertó

En cuanto sus ojitos se abren por completo, me sonríe y yo igual. Cuando levanto mi mirada hacia Marcos veo correr una lágrima por su mejilla, lo mira con terneza y cuando se acerca para darle un muy amoroso beso en su cabecita, mi corazón se derrite.

—Espero un día puedas perdonarme—Susurra mientras limpia sus lágrimas. —. ¿Puedo? —Asiento confundida.

Lo toma en sus brazos, lo lleva a su pecho para abrazarlo fuerte mientras de nuevo besa su cabecita, ríe y a la vez llora. El ya lo había alzado y besado antes, pero esta vez es diferente.

¿Acaso él?

Volteo a ver a Eva en busca de una respuesta, ella mueve su cabeza en afirmación y limpia la lágrima que corre.

Se lo dijeron.

La mezcla de sentimientos en mi interior me confunde, no sé si estar feliz o temer por lo que pueda pasar de ahora en adelante. Tiemblo de los nervios y mis lágrimas salen así como así, mi cuerpo reacciona quitando a mi pequeño de sus brazos y retrocediendo un par de pasos.

MATEO, La Mejor Decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora