40.

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🌷YULISSA🌷

Abro mis ojos lentamente en busca del hombre que amo y no lo encuentro a mi lado, me siento en la cama, volteo a ver la cuna en busca de mi pequeño y tampoco está él. Me levanto rápido para ir al baño a cepillar mis dientes y el cruel espejo me mostró mis ojeras.

¡Estúpido Marcos no me dejaste dormir en toda la noche!

Me quejo.

Tomo una ducha y me vesto con unos shorts, una camiseta negra y bajo al primer piso para buscarlos, espero encontrarlos juntos, pero tampoco están aquí, salgo al jardín y nada. Mi corazón empieza a latir muy rápido de la angustia y mi mente a jugar conmigo, miles de ideas se forman en mi cabeza.

Entro de nuevo y subo las escaleras hacia la habitación de los niños, tengo  la esperanza de que estuvieran con ellos pero no, los pequeños están dormidos aún. Solo me quedaba la habitación de Eva, toco un par de veces hasta que la escucho.

—¿Si?

—Eva soy yo ¿Puedo pasar? —La angustia se nota en mi voz.

—Si Yuli, pasa. —Abro la puerta y sigo. Eva frota sus ojos en señal que la desperté de sus dulces sueños

—¿Y Andrés?. —pregunto muy preocupada al ver que él tampoco está. Eva mira a un lado y por su expresión se que tampoco se dio cuenta cuando Andrés se fue. —¿Qué sucede?

—¡Marcos se fue y se llevó a mi hijo a no sé dónde! y pensé qué tú o And... —Me detengo al verla revolotear la mesita de noche—. ¿Acaso no escuchaste lo que dije? ¿Que haces?

—Andrés suele dejar una nota cuando tiene que irse temprano. —Sonrie al encontrarla—. Aquí está. —Me acerco, se la arrebato de las manos y ella gruñe.

Cielo, iré con César y luego a recoger los resultados médicos, no sé cuanto tarde.
Besos para mis dos diablillos.
Te quiero.
Andrés.

Siento un poco de decepción porque no hablaba de mi hijo ni de Marcos y a la vez un poco de envidia por la nota.

—¡Ya vas a ver Marcos cuando vuelvas! —Eva ríe.

🌷🌷🌷🌷🌷🌷

No tuve más opción que esperar a que Marcos se dignara a aparecer con mi hijo, para despejarme decido hacer un picnic para la hora del almuerzo aprovechando el hermoso día y el césped.

Después de reposar la rica lasagna que preparé, Eva, los niños y yo jugamos a todo lo que ellos quisieron hasta que ya no pudimos correr más. Me recuesto en el pasto cansada y Eva lo hace también a mi lado, su sonrisa ilumina todo el lugar más que los fuertes rayos del sol y entonces me percato que por estar preocupada no había notado el brillo en sus ojos, la sonrisa y la cara de haber tenido una magnífica noche.

La miro fijamente hasta que ella voltea a verme.

—¿Qué? —Me da una mirada acusadora y la apunto con mi dedo.

—Quiero saberlo todo —Se carcajeó.

—No te diré nada más que... — Suspira—. Desde anoche, me encanta recibir órdenes —Sonrie con picardía mientras levanta su ceja y morde su labio. Abro la boca e intento protestar por no obtener la información deseada, cuando la risa de una chica y unos pasos llamaron nuestra atención.

MATEO, La Mejor Decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora