Capítulo 26

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Alisé mi falda antes de salir del pequeño cuarto con la esperanza de que nadie haya notado mi ausencia o peor, la de Owen, tomé una cerveza de la barra y me uní al pequeño circulo que se formó en medio de la pista.

Christian se encontraba en el centro con los ojos vendados, sus amigos lo fastidiaban mientras las chicas trataban de no hacer tanto ruido, no tuve que esforzarme mucho para saber que es lo que pasaría.

—Oye. —Ana apareció frente a mí y distinguí su ceño ligeramente fruncido. — ¿Dónde diablos te habías metido? Llevó veinte minutos buscándote.

En ese preciso instante Hannah se unió mientras trataba de ocultar una sonrisa.

—Allí estaba metida.

Señaló al pequeño cuarto donde precisamente estaba saliendo Owen, ambas chicas se comenzaron a reír y yo me cubrí el rostro con una sola mano.

—Venga, Tamara que escaparte para hacer un rapidin no es malo.

—Cállate. —gruñí y empujé a la rubia hacia el circulo. —Ve a darle la sorpresa a tu hermano.

Al final de la noche vimos como una chica en ropa interior bailó sobre el cumpleañero, comimos pastel y luego vimos como otras dos chicas vomitaban en los zapatos de los chicos que tenían en frente, era honesta cuando decía que esta era a la mejor fiesta a la que había asistido, le ganaba a todas y por mucho, cuando el reloj marcó las cinco de la mañana todos comenzamos a salir del bar, Ana había bebido lo suficiente como para decirme que por favor no le dijera a Joel ya que tenían una especie de acuerdo de no beber hasta perder la conciencia, la gente se dispersó en segundos dejándonos a nosotros cinco en la solitaria calle.

—Haz que se detenga. —murmuró Ana aferrándose a mi brazo.

— ¿Qué?

—El suelo, se está moviendo demasiado.

Hannah se empezó a reír y me ayudó pasando el brazo de mi mejor amiga sobre el suyo.

—A ti te conozco. —dijo Ana con el ceño fruncido.

—Yo también, eres graciosa.

—No, tú lo eres.

—No, tú lo eres.

—Es hora de irnos. —Owen abrió la puerta de su camioneta. —las llevaré a casa.

Nos ayudó a meter a mi prima que se quedó dormida en el instante que se sentó no pude evitar soltar una carcajada, la cabeza también me daba vueltas, pero estaba feliz de no haber terminado como las noches anteriores.

—No podemos ir a casa. —puse las manos en mi cintura. —al menos no así, mi abuelo nos matará.

Bueno, tanto, así como matarnos no, pero era seguro que no quería que me viera de esta manera, mucho menos a Ana. Me imaginaba explicándole a mis tíos como se había puesto en ese estado, además Joel era un grano en el trasero cuando se lo proponía.

—Es por eso que se quedaran en mi casa. —me tomó de la mano. —mañana por la mañana me encargaré de llevarlas.

—Me gustaría ir con ustedes, pero tengo que asegurarme que mi hermanito llegue sano y salvo.

Miró por encima de su hombro de modo que Owen y yo también observamos como Christian trataba de abrir la puerta de una camioneta que no era la suya, forcejeo y luego pateo la llanta cuando esta no cedió.

—Mierda ¿Por qué no se abre? ¡Hannah!

Su hermana rodó los ojos y nos despedimos con un beso en la mejilla, corrió a salvar a su hermano, una vez que estuvimos dentro de la camioneta Owen condujo a su hogar, recargué mi cabeza en su hombro durante todo el camino y él puso su mano sobre mi rodilla, extrañamente me resultó demasiado cómodo y familiar.

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