Capítulo 44

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[Solo para recordarles que este es el penúltimo capítulo de la historia, disfruten mis amores, a leer ]

El viento de Italia azotó mi cabello en cuanto descendimos del avión, los rayos de sol me picaban la piel en las partes descubiertas de mi vestido amarillo y mis ojos se encontraban ocultos detrás de unas gafas negras que ocultaban muy bien mi identidad.

—Vamos. —Lana se acomodó el cabello en una coleta, usaba unos pantalones de lino color mostaza y una blusa de tirantes blanca, sus tacones la hacían ver más alta de lo que ya era, se veía elegante y podía hacerse pasar fácilmente por una empresaria. —Un auto nos está esperando.

Tomó su maleta y la arrastró hacia la salida, yo también tenía una pero no había nada dentro a excepción de dos cambios de ropa que claramente no utilizaría, todo esto era para pasar desapercibidas. Seguí a Lana en medio de las personas que transitaban el aeropuerto tratando de no golpear a nadie, pero los tacones que usaba me hacían un poco más difícil caminar porque aún me encontraba algo débil, había dormido cinco horas en el vuelo, pero no habían sido suficientes.

Ella tenía razón, un auto blanco con vidrios polarizados nos esperaba fuera del aeropuerto.

—Es del servicio del hotel. —me dijo en voz baja. —Recuerda, somos dos amigas que viene a pasar unas pequeñas vacaciones, dos chicas solteras en busca de diversión.

La puerta del conductor se abrió y de ella salió un hombre alto, moreno y con una linda sonrisa, usaba un traje, pero en cuanto nos acercamos vi que tenía puesta una plaquilla con su nombre. Santino.

Buongiorno, belle signore. —habló Santino.

«Buenos días, bellas damas»

No tenía idea de que había dicho en cambio Lana sonrió de oreja a oreja.

Boungiorno. —repitió ella en un italiano perfecto. —Sarai incaricato di portarci al palazzo sul mare di Mazzaró?

«Buenos días. ¿Usted será el indicado de llevarnos al palacio costero de Mazzaró»

Santino asintió.

Esatto signore. —Santino abrió la puerta. —Vada avanti.

«Exacto, señorita» «adelante»

Lana me hizo un gesto para que la siguiera y ambas subimos al auto.

—No sabía que hablaras italiano. —dije aprovechando que estábamos a solas pues Santino estaba subiendo nuestro equipaje.

—No es el único idioma, cariño. —sacó el teléfono de su bolso. —También hablo francés, portugués, alemán y ruso.

Mi boca se desencajó.

— ¿Qué ha dicho? —pregunté en voz baja, evitando que el asombro fuera a delatarme.

—Que nos llevará al hotel. —tecleó algo en su teléfono. —Le avisaré a Peter que hemos llegado.

Veintiocho minutos después nos encontrábamos en la recepción del hotel, yo estaba esperando a Lana al lado de una planta pues no entendía nada de lo que hablaban y solo sería un estorbo así que mejor me di la vuelta para ver por la grande puerta de cristal por la que habíamos entrado, una familia que consistía de una madre, un padre y sus dos hijos caminaban hacia el interior del hotel riendo y disfrutando de un helado.

—Listo. —Lana regresó con una tarjeta que más bien era la llave de la habitación. —Vamos, tenemos que prepararnos.

Me tomó de la mano como si fuésemos amigas de toda la vida y me llevó al ascensor, el botones se encargaría de llevar nuestro equipaje así que tenía una cosa menos por la que preocuparme.

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