Capítulo 13

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Luego de un increíble sexo por la mañana, Owen y yo nos dirigimos a la cocina a desayunar, sonreí al darme cuenta con la familiaridad que él andaba por ahí con bóxer aun en mi presencia, me rasqué la punta de mi nariz y me di cuenta que mis manos quedaban ocultas por las mangas de su camisa que la anoche anterior le había ayudado a quitarse y que ahora tenía puesta.

–Mierda.

Lo veo fruncir el ceño frente al refrigerador abierto.

– ¿Qué?

–El refrigerador está vacío –dice cerrando este. –Necesito ir al super mercado ¿Vienes?

Mis cejas se dispararon hacia arriba.

– ¿Yo?

–Si –dice sonriendo. –Tú.

–Pero que no dijimos que mantendríamos lo nuestro en secreto. –me cruzo de brazos. –ir al super mercado es todo lo opuesto.

Él se encoge de hombros.

–Claro que no, ¿Quién dice que no puedes ir conmigo a comprar comestibles? Nadie va a intuir que tenemos algo Tamara, los amigos también pueden acompañarse a lugares.

Bien, tenía razón.

Miré la hora en el reloj del microondas.

– ¡No puede ser!

Owen frunce el ceño y mira hacia donde yo lo hacía, el reloj marcaba las doce del mediodía.

–Es tardísimo Owen –me doy la vuelta y regreso a la habitación, remplacé la camisa de Owen por mi vestido negro de anoche y cuanto estaba buscando mis tacones me di cuenta que Owen se recargo en el marco de la puerta.

–No te quedes parado ahí –le reprocho. –Tienes que llevarme al trabajo.

–Cálmate muñeca, por si lo has olvidado soy tu jefe.

Entrecierro los ojos.

–Gracias por recordármelo.

Él se cruzó de brazos.

–Me refiero a que no pasa nada si llegas tarde.

–Bien, entonces llévame a casa porque tengo que bañarme y cambiarme de ropa antes de ir –me siento en la cama y me pongo los tacones, bueno, uno de ellos porque el otro se a atorado la pequeñita correa que envolvía mi tobillo.

–No puedo hacer eso –dice al entrar a la habitación, mi ceño se frunce en automático, pero no es por lo que dijo que lo miro de ese modo, si no porque se arrodilla frente a mi para ayudarme con mi otro tacón.

Coloca la correa cuidadosamente alrededor de mi tobillo y una vez que terminó me miró a los ojos, Owen me gustaba, no podía evitarlo, esos ojos color miel eran demasiado bonitos para ser ignorados y mi corazón en este momento estaba por tomarle un cariño peligroso.

– ¿Y por qué no?

–Porque tu abuelo se daría cuenta de que saliste conmigo y eso es algo que no queremos que suceda.

–Mierda, tienes razón. –admito derrota.

¿Entonces que voy a hacer? No pienso ir así al trabajo y desde luego no iré a casa de mi abuelo.

–No tienes mas remedio que ir conmigo –se puso de pie así que tuve que levantar la cabeza para no romper el contacto visual.

– ¿A dónde?

–Al super mercado, te compraré ropa y cuando regreses puedes bañarte y arreglarte para ir al trabajo.

–No quiero que me compres ropa –dije mirándolo todavía con el ceño fruncido.

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