Capítulo 37

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Me removí incontrolablemente en los brazos de Owen y maldije cada dos segundos por no liberarme y dejar que regresara con esa bruja, cuando vi las luces de la ambulancia dejé de protestar y no me quejé cuando me depositó en los asientos del interior.

— ¿Pero qué carajos ha sido eso? —Owen se veía furioso, más de lo que alguna vez lo había visto.

— ¡Por si no te has enterado acabo de romperle la nariz a tu ex! —escupí y arrugué la nariz al ver más sangre.

— ¡Dios mío! —exclamó Hannah sentándose a mi lado. —Te ha dejado la cara hecha mierda.

Un paramédico que se encontraba revisando la temperatura de una menor se dio la vuelta cuando terminó y alzó una de sus cejas al verme. Era obvio que estaba aquí por si ocurría algún accidente durante la carrera no para atender heridas menores a causas de una pelea estúpida.

— ¿Puede revisarla? —preguntó Hannah con preocupación.

—Si me das un poco de espacio tal vez lo haga.

Hannah salió de la ambulancia, pero se quedó de pie junto a las puertas traseras al igual que Owen que no hacia nada mas que verme, su mandíbula estaba tensa y estaba segura que estaba mas que decepcionado por mi actitud, pero en mi defensa esa mujer me sacó de mis casillas, ya no podía soportar un insulto más. ¿Qué carajos había hecho yo para merecerlos? Nada.

— ¿Cómo te hiciste eso? —preguntó el hombre abriendo un botiquín de primeros auxilios.

—Una pelea.

— ¿Contra quién? —intervino tomando un poco de algodón. —¿Un gato?

—Una gata. —le corrigió la rubia y Owen le dedicó una mirada de advertencia.

El paramédico miró a Hannah de reojo y luego se dio la vuelta.

—Si no es tanta molestia, necesito unos minutos con ella a solas.

Owen frunció el ceño.

—Necesito hacerle unas preguntas.

Hannah asintió.

—Ven, vamos a darles algo de espacio. —tomó la mano del vaquero y aunque al principio Owen se resistía cedió yéndose detrás de la rubia.

—Ahora sí. —suspiró el hombre. —¿Qué sucedió?

—Ya se dije, tuve una pelea.

No me enorgullecía decirlo así que bajé la vista a su uniforme para distraerme, pude leer su nombre bordado. Evan Hayes.

—Si sabes que eso va a dejar marcas ¿verdad? —dio varios toque a mi rostro con el algodón y retrocedí al contacto.

— ¡Auch! —me quejé.

—Lo siento. —se disculpó retirando el algodón. —Tengo que hacerlo si no quieres que se infecte.

—De acuerdo. —suspiré. —Pero hazlo rápido, no quiero llorar.

Evan se relamió los labios tratando de ocultar una sonrisa y luego volvió a verter un poco de alcohol en el algodón para volver a dar unos pequeños toques en mi rostro, me mordí el interior de mi mejilla para contener el dolor, pero sobre todo para no llorar.

—Si pudiste soportar tremenda paliza no creo que no puedas soportar un poco de alcohol en las heridas.

Cerré los ojos con fuerza y maldije mil veces a esa arpía pelirroja, en mi mente seguía dándole unos cuantos golpes.

— ¿Ya? —abrí un ojo cuando ya no sentí más ardor, pero me apresuré en preguntar pues volví a gritar cuando puso una buena cantidad de alcohol en mis rodillas.

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