Capítulo 23

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Mi jornada laboral terminó antes de lo previsto ya que Owen había decidido llevarme a casa temprano porque tendría una junta con un inversionista que quería expandir su negocio más tarde, estaba feliz por él, por supuesto, pero también un poco preocupada de que siempre hiciera un espacio en su apretada agenda por mí.

–Sabes que sé conducir ¿verdad? Puedo ir a casa yo sola. –le recordé. –no es necesario que me tengas que ir conmigo a todos lados.

Owen ignoró mis palabras y siguió viendo hacia el camino que era alumbrado por el atardecer, rodeé los ojos y me acomodé mejor en el asiento para verlo, sabía que en algún momento sentiría mi mirada y no tendría otro remedio más que verme a la cara.

–No hagas eso.

–No lo hagas tú. –dije molesta. –No hagas a un lado tus compromisos por mí.

Detuvo la camioneta y movió su cabeza para que sus ojos color miel pudieran capturar los míos, su ceño estaba fruncido y sus labios eran solo una línea.

– ¿Y quién dijo que lo hago?

–Es muy obvio.

Suspiró y soltó el volante para después recargar su grande espalda en el asiento, estaba comenzando a sentirme un estorbo.

–No trates de acreditar nada.

–No entiendo lo que quieres decir, Tamara.

–Que desde que Julia apareció nuevamente, has tratado de estar todo el tiempo conmigo. –tuve que desviar la mirada porque el peso de la suya era demasiado para mí. –y es como si quisieras demostrarle que estamos juntos, aunque ya se lo dejaste muy claro.

No dijo nada, ni siquiera movió un músculo y a pesar de que sabía que le gustaba pasar tiempo conmigo también era consiente que lo hacía con más frecuencia desde que Julia apareció.

–Entiendo que ella fue importante para ti, pero no quiero que me utilices para demostrar un punto, no soy el juego de nadie y aunque estamos tratando de averiguar lo que sucede entre nosotros no quiero estar en medio de esto.

Entonces él hizo algo que jamás creí que haría en una situación como esta, se comenzó a reír, se pasó la mano por su barba y luego relamió sus labios para ocultar la sonrisa que le dividía el rostro.

– ¿Te estas escuchando? –meneó la cabeza como si no pudiera creerlo. –Tamara ¡por dios!

–No encuentro lo gracioso. –me crucé de brazos.

–No estás en medio de nada. –levantó sus manos un poco. –aquí no existe un ella y yo.

Hice una mueca y él negó nuevamente con una sonrisa.

– ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? Estoy enamorado de ti ¿acaso no lo entiendes?

Mi corazón dio un vuelco, sentí que por un momento se me cortó la respiración y todo lo que hice fue mirar esos ojos que fueron mi perdición desde el principio.

Mi boca se curveó hacia arriba y me acerqué a él, ni siquiera me importó que estuviera detenido en medio de la carretera y me puse a horcajadas sobre sus piernas, pasé mis manos por sus brazos para finalmente subirlas hasta la parte trasera de su cuello.

–Dilo otra vez.

Su boca se extendió en una sonrisa y sus manos fueron directo a mi trasero.

–Estoy enamorado de ti.

Estiré su cabello e incliné su cabeza hacia atrás para hacer un pequeño camino de besos desde la base de su cuello a la oreja.

–Repítelo.

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