Cuando vivía en Nueva York solía despertarme a las diez de la mañana, pero desde que me mudé aquí, casi todo el tiempo, estoy fuera de la cama incluso antes de que salga el sol.
Me preparé un café y antes de que cantara un gallo (literalmente) ya me encontraba rumbo al establo, donde los animales esperaban a que les diera su ración de comida, saludé a Perry en cuanto se cruzó en mi camino, llené sus estantes con agua y alimento y me quede ahí hasta que todos estuvieron satisfechos, luego regresé nuevamente a la casa, no sabía que hacer a estas horas de la mañana, así que me dispuse a limpiar un poco, lavar ropa y hacer algunas cuantas cosas más, la verdad estaba tan ocupada que no me di cuenta en qué momento salió el sol, ni tampoco cuanto tiempo llevaba Ana mirándome desde la cocina.
— ¡Ay dios! —me llevé una mano al pecho. —Me asustaste.
—Me di cuenta.
— ¿Qué haces despierta?
Ana giró su cabeza y vio el reloj del microondas.
—Son las diez.
— ¿De verdad? —me pasé una mano por la frente. —Lo siento si hice mucho ruido, es que hoy descansó y siempre aprovecho para limpiar un poco.
—No te preocupes, no me despertaste, fue Joel.
Fruncí el ceño y ella levantó el teléfono que sostenía en la mano.
—Llamó para saber cómo estaba, preguntó por ti así que dijo que llamaría más tarde.
—Está bien. —dije dejando el cesto de ropa limpia sobre el sofá. — ¿Tienes hambre? ¿Quieres algo de desayunar?
En ese preciso instante escuchamos como alguien golpeaba la puerta, Ana me miró confundida ya que era muy temprano para que alguien viniera a visitarnos, incluso hasta el abuelo estaba dormido.
— ¿Crees necesario que tome el bate? —preguntó mi prima mientras me acercaba a la puerta.
Tomé el picaporte y giré este para ver a la persona que estaba del otro lado.
—Vaya, que sorpresa. —dijo Ana con una sonrisa. —Hola otra vez, vaquero.
Owen sonrió sin mostrar los dientes e inclino un poco su sombrero a modo de saludo, luego sus preciosos ojos color miel se enfocaron en los míos y juró que por un momento se me cortó la respiración.
—Acabas de despertar por lo que veo. —su vista bajó a mi ropa así que yo también lo hice y me di cuenta que no llevaba sostén y que la blusa de tirantes no cubría mucho mis pechos así que me crucé de brazos.
—No mires.
—Venga, que no creo que no haya sido algo que no haya visto antes. —murmuró Ana y le dediqué una de mis peores miradas. —Vale, vale.
Levantó las manos y dio un paso hacia atrás.
— ¿Estas ocupada? —preguntó él con curiosidad.
—Un poco, ¿por qué?
—Quería invitarte a desayunar, bueno, a ustedes dos.
Ana me vio y asintió dejándome en claro que quería ir y por supuesto, como siempre, todo dependía de mí.
—Está bien, solo dame un minuto.
Asintió y lo invité a pasar mientras regresaba a la habitación para ponerme un sostén y cambiarme la blusa, estaba preocupada por dejarlos solos, sabría dios que es lo que ella le estaría diciendo, solo esperaba que no fuera algo que me avergonzara, dejé una nota en la cómoda de mi abuelo diciéndole que habíamos salido para que al despertarse no se preocupara de no vernos en la casa, tomé las llaves y salimos de casa.
ESTÁS LEYENDO
Más Cerca. (+21)
RomanceAl escuchar el nombre de Owen Jones todos saben que significa problemas. Eso es precisamente lo que las chicas quieren evitar pero él es un hombre insistente, testarudo y demasiado atractivo, con la llegada de Tamara al pueblo y un par de copas desp...