Capítulo 6

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Me repetía una y mil veces que esto tenía que ser más sencillo con el pasar del tiempo, confié en que sería así pero los animales no cooperan mucho a la hora de que los alimente, sobre todos los caballos que son los que me asustan.

Cuando he terminado de darle a cada uno su alimento de reojo veo a Perry caminar en mi dirección, retrocedo dos pasos por inercia pero él sigue avanzando hasta que decidí no moverme, si iba a morderme pues no servía de mucho que le diera vueltas al asunto, que lo hiciera y ya.

El olfatea mis pies y gruñe, mis manos se cierran con fuerza formando puños y luego el levanta la cabeza para verme, mi corazón se ha disparado de un momento a otro.

–Perrito bonito –digo entre dientes para que no me lastime. –No vas a morderme ¿verdad?

Dios mío, donde he terminado... le estoy hablando a un perro.

Luego sin previo aviso se impulsa son sus dos patas traseras y me empuja de modo que caigo de sentón en la tierra, y se coloca sobre mí, cierro los ojos y ahogo un grito, va a morderme. Carajo, lo sabía, los animales me odian.

Espero unos segundos el impacto pero cuando no siento nada me obligo a abrir un ojo y veo a Perry sentado en mi regazo y con la cabeza de lado como diciendo "¿A esta que le pasa?"

– ¿No vas a morderme?

Perry se levanta y camina un poco hasta que llega a mi rostro y me empieza a lamer la cara, me río y lo acaricio.

–Ya, ya tranquilo.

Pero el sigue lamiendo mis mejillas así que le rasco detrás de las orejas para que deje de hacerlo, lo hago a un lado y me levanto del suelo no sin antes acariciar su cabeza, al parecer tengo un nuevo amigo.

– ¡Tamiiii!

Levanto la cabeza de golpe al escuchar a mi abuelo, salgo corriendo del establo y tan rápido como me lo permiten mis pies entro a casa.

–Aquí estoy, abuelo... –busco por toda la sala y la cocina y no lo veo, mi corazón se acelera aún más. – ¿Abuelo?

–Aquí hija –mi abuelo sale de su habitación, nota mi preocupación y sonríe. –Estoy bien es solo que quería pedirte ayuda, no puedo abrir el frasco.

Me enseña el frasco de pastillas y yo suspiro de alivio, había imaginado otra cosa... no sé, que se había caído de algún lado o que le había ocurrido otra cosa, me alegra saber que solo necesita ayuda con su frasco.

Lo abro y luego lo veo dirigirse a la cocina por un vaso con agua.

– ¿Necesitas ayuda para otra cosa? –pregunto antes de que regrese al establo.

Me he dejado las croquetas allí y posiblemente Perry ya se las está comiendo.

–No hija, es todo.

Asiento y camino hacia la puerta pero me detengo a ver a Owen parado al final de los escalones mirando en mi dirección.

– ¿Qué haces aquí?

–Buenos días a ti también –sube los escalones que nos separaban y retrocedo un paso para verle, es más alto que yo.

Cruzo los brazos y lo miro frunciendo el ceño.

– ¿Qué? –pregunta él levantando las cejas. – ¿No soy bienvenido? Si quieres puedo irme...

–Sería lo mejor –le digo pero solo sonríe.

–Vengo a hablar con tu abuelo –mira hacia el interior de la casa y luego nuevamente en mi dirección. –Negocios, ya sabes.

–Él no tiene negocios contigo.

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