Capítulo 9

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Esto iba a acabar muy mal, lo supe desde el instante en el que Hannah se acercó al tocadiscos y cambió la música que estaba de fondo por una con mejor ritmo, movió sus manos en el aire un segundo antes de darse la vuelta y caminar en mi dirección.

Ay, no.

Maldecir en voz baja no es suficiente para que ella me quite de su radar, extiende las manos hacia mi esperando a que me una a su pequeño baile.

–Hannah...

–No seas aguafiestas, ven y baila conmigo.

Levanto la botella de cerveza para que vea que estoy ocupada, pero ella la quita de mis manos y la pone sobre la barra por el rabillo del ojo veo que hay un par de chicos que se encuentran bailando al ritmo de la canción pegajosa que eligió mi amiga así que ruedo los ojos y tomo su mano.

–Ya qué.

Ella sonríe triunfante y comenzamos una especie de danza/desastre que nos hizo reír mucho.

Tenía que admitir que era divertido y con la cabeza dándome vueltas debido a todas las cervezas que nos habíamos bebido hacia todo mucho más gracioso.

Después de lo que pareció una hora, paramos de bailar y regresamos a la barra, Hannah levanto la mano para llamar la atención de Chad quien después de atender a unos hombres viene a nuestro encuentro.

–Necesitamos algo más fuerte –dijo Hannah mostrando su mejor sonrisa.

– ¿No crees que ya han bebido suficiente?

Chad me miró de reojo y tuve que fruncir el ceño.

–Para nada, todavía nos falta muchísimo -dijo ella levantando la mano.

–Lo siento, pero no voy servirles más.

– ¿Qué? –dijo Hannah tan sorprendida como yo. – ¿Cómo que no nos vas a servir más?

–Es tarde y estoy por cerrar.

–Chad –replica ella con voz muy bajita.

–Tuve que verme en la penosa necesidad de llamar a alguien para que viniera por ustedes.

Tanto Hannah como yo nos quedamos en silencio mirando al hombre que hace unos segundos me agradaba, la cabeza comenzaba a darme vueltas y por un momento estaba a punto de rogarle que no nos vendiera más, pero prefería ahorrarme una discusión con la rubia que se encontraba a mi lado.

–No me digas que le dijiste a...

– ¡Buenas noches!

Ambas nos damos la vuelta para ver a Christian entrar al bar con una sonrisa que podría jurar que le dividía el rostro, se veía feliz y entusiasmado mientras que quien lo acompañaba no era nadie más que Owen.

Mierda.

Él nos busca con la mirada por todo el bar y cuando sus ojos se encuentran con los míos sentí que la sangre se me subía a las mejillas, tuve que darme la vuelta y cerrar los ojos por un momento, el alcohol ya estaba afectando mi vista.

–Vaya, vaya –escucho la voz burlona de Christian. –pero mira quien ha llamado por ayuda, me sorprendes hermanita, de verdad.

–Cierra la boca –ladra ella. –Yo no te llamé.

–Fui yo –dijo Chad.

–Si, el traidor de Chad –Hannah de verdad se escuchaba enojada.

– ¿Te sientes bien?

Tuve que abrir los ojos para darme cuenta de que Owen se dirige a mí, asentí lentamente pero luego me arrepentí, ese sencillo movimiento hizo que mi cabeza diera todavía más vueltas.

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