Capítulo 36

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—Hogar, dulce hogar.

Mi abuelo dejó las maletas en el suelo y fue a tomar asiento en su fiel sofá, puse los ojos en blanco cuando tomó el mando del televisor y puso el juego de beisbol.

—Veo que no tardó mucho en acomodarse. —se burló Owen.

—Oí eso. —dijo mi abuelo sin despegar la vista del televisor.

—Tengo que irme.

Entonces la pequeña burbuja en la que me encontraba desde que estábamos en Nueva York, aquella en la que creía que podíamos durar un poco más se rompió.

— ¿De nuevo?

—Me llamaron para una reunión. —miró el reloj en su muñeca. —Regresare tan pronto termine.

Me levantó el mentón y plantó un beso en mis labios.

Era una promesa, pero comenzaba a estar harta de ellas. Quería que dejara de prometer cosas quería que las hiciera.

—Esto nunca va a cambiar ¿cierto?

—Nena... —empezó.

—No. —lo detuve poniendo una mano en su pecho. —Ve, atiende tus negocios, estaré aquí cuando regreses.

Su mirada buscó la mía, pero la esquivé como pude, no quería verlo a los ojos porque me pondría sentimental y el apellido Ray me impedía mostrar mis sentimientos, éramos fuertes y esto no podía hacerme soltar unas cuantas lágrimas.

—Te llamaré. —fue todo lo que dijo antes de darse la vuelta y marcharse.

Suspiré y me llevé la mano la cabeza. Esto no podía continuar así.

—Tienes que entenderlo. —Habló mi abuelo. —No es fácil para él tenerte en medio de sus prioridades.

Levanté la cabeza y me di cuenta que me estaba mirando.

—No seas tan dura con él.

—No lo soy. —tomé la maleta. —Pero me estoy cansando de esto.

Me fui a mi habitación y cerré la puerta para después arrojarme a la cama y perderme en un sueño que me ayudara a borrar las horas de vuelo.

Cuando desperté, la cabeza me dio vueltas y moví un poco la cortina solo para darme cuenta que era de noche ¿Cuántas horas había dormido? Me senté en la cama y tomé mi teléfono, estaba lleno de mensajes tanto de Ana como de Joel y Hannah, pero ninguno de Owen, el reloj marcaba las dos treinta y cinco de la mañana.

No debí haber dormido tanto tiempo, ahora el sueño desapareció ¿Qué diablos voy a hacer en la casa a esta hora? No quería despertar al abuelo, pero tampoco quería quedarme aquí acostada contemplando mi existencia. Me levanté de la cama para ir a la cocina y prepararme algo rápido de comer ya que mi estómago rugía, pero mientras preparaba el sándwich me preguntaba si Owen había venido como lo prometió, aunque fuera así mi abuelo se habría encargado de hacerle saber que me había quedado dormida. El abuelo. Ahora no podía dejar de pensar en lo que me había dicho esta tarde. ¿De verdad estaba siendo muy dura con él? Como su novia sabia que estaba entre sus prioridades, pero también entendía que él negocio era una de ellas y que si podía existir la manera de que él creciera empresarialmente no seria yo quien lo detuviera, solo quería que él fuera feliz, pero sin hacerme a un lado o al menos no quiero sentirme así.

¿Qué carajos pasó conmigo? Yo no me sentía así por nadie, ni siquiera por Adam quien fue mi relación más larga, verlo provoco que la vieja Tamara asomara su cabeza desde lo mas profundo de mi corazón, no quería ser ella, no quería volver a sentirme así de indefensa y el amor me ponía en esa posición. Cuando te enamoras tus defensas bajan y poco a poco vas cediendo el control a otra persona para que cuide tu corazón o bien, lo destruya y yo estaba aterrada de lo segundo.

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