EPÍLOGO

8.3K 377 72
                                    

No sabía muy bien que era lo que ocurría a mi alrededor y tampoco podía observarlo porque tenía los ojos cerrados, escuchaba utensilios de metal moviéndose de un lado a otro y unas voces que hablaban muy bajo. ¿Por qué no podía ver? No podía incluso mover la boca o siquiera las puntas de mis dedos.

—Está despertando. —susurró una voz suave de mujer.

—Agrega dos mililitros más de anestesia. —demandó un hombre. —No debe estar consiente, no hasta que hayamos terminado.

¿Qué? ¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando?

—Pero... —intentó hablar la mujer.

—Haz lo que te pido. —respondió él. —Su vida está en peligro.

Y fue entonces que todo se volvió negro.

+++

Mi cabeza se sentía pesada al igual que el resto de mi cuerpo, sentí un dolor latente en mi cienes y por un momento creí que la cabeza me iba a explotar.

—No. —dijo una voz familiar. —No trates de moverte, te lastimaras.

Traté de abrir mis ojos, pero no podía, sentí como mi propio cuerpo no obedecía ordenes básicas como parpadear o siquiera mover un dedo, suspiré sintiendo como el pecho ardió de solo hacer esa simple acción.

¿Qué me había pasado? ¿Por qué sentía como si un auto hubiera pasado por encima de mi unas diez veces? Dios, nunca me había sentido tan mal. Nuevamente me obligué a abrir los ojos y para mi sorpresa lo conseguí, la luz me cegó por un momento hasta que mis ojos se acostumbraron y fue entonces que vi a Hannah.

Ella estaba de pie a un lado de donde me encontraba con una sonrisa en su rostro, aunque también me di cuenta que en sus mejillas estaban inundadas por las lágrimas, su cabello rubio caía por ambos lados de su rostro que se encontraba con unas cuantas heridas.

—Hola. —apartó un mechón de mi rostro. — ¿Cómo te sientes?

—M...mal.

Ella hizo una mueca y acarició mi mejilla con suavidad.

— ¿Do...dónde estoy? —giré un poco mi cabeza para ver las paredes blancas que nos rodeaban en esta pequeña habitación.

Me encontraba en una camilla, cubierta por una manta blanca y llena de muchos cables que tenía pegados sobre mi pecho al igual que un tubo que tenia en mi intravenosa que conectaba con una bolsa con liquido trasparente que colgaba por encima de mi cabeza. Suero.

—Antes de que te responda. —murmuró ella. — ¿Recuerdas algo de lo que sucedió?

¿Recordar? ¿Qué tenia que recordar? ¿Qué había sucedido?

Negué y ella me miró con tristeza.

—¿Nada? —volvió a intentar.

—No... yo... estaba en casa y...

Y me callé. De repente se me vinieron muchas imágenes a la cabeza, flashback. Disparos. Owen y yo huyendo. California. Owen agente del FBI. Italia. Ana. Michael. Joel. Una emboscada. Un edificio en llamas. Owen en el suelo sangrando. Su mano sobre mi vientre.

Fue como ver toda escena de película en mi cabeza, los ojos se me llenaron de lágrimas y aparté la manta solo para darme cuenta que tenia unos cables sobre mi vientre.

—Mi... mi bebé. —miré a Hannah. — ¿Cómo está mi bebé?

Los ojos verdes de mi amiga también se nublaron tratando de contener sus emociones.

Más Cerca. (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora