Capítulo 40

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 —¡Abuelo baja esa pistola! —grité ante la idea de que disparara.

— ¿Fue Owen? —quitó el seguro. — ¿Ha sido él?

—No, baja esa cosa. —las piernas me temblaban, pero me las arreglé para acercarme y quitársela de las manos dejándola sobre la mesa. — ¿Qué crees que haces? ¿Por qué tienes un arma en casa? ¡¿Te has vuelto loco?!

Él ignoró por completo mis preguntas y tomó mi rostro con sus manos, sus ojos reflejaban preocupación.

— ¿Quién te lastimó?

—Me metí en una pelea. —aparté la cara, no quería que me viera así, habría preferido ocultarlo con maquillaje durante mucho tiempo hasta que desaparecieran los rasguños.

— ¿En una pelea? —preguntó extrañado. —Tamara, pero...

—Fue en la feria, nada que no haya podido manejar.

Le resté importancia encogiéndome de hombros, él negó con la cabeza ante mi actitud.

—Ha sido con ella ¿no es así?

Desvié la mirada, no quería que se diera cuenta de lo avergonzada que estaba, aunque para ser sincera no me arrepentía.

— ¿Te ha dicho algo? —preguntó con la preocupación evidente en su voz.

—Me ha llamado puta. —esta vez lo miré a la cara. —Le rompí la nariz.

Sabía que molestaría y me regañaría por mi reprochable actitud, pero me sorprendí cuando su boca se estiró en una sonrisa.

—Esa es mi niña.

—Espera ¿qué? —hundí mis cejas confundida. — ¿No estas enojado?

Él frunció el ceño.

— ¿Por qué iba a estarlo? ¿Por qué te has defendido? No, claro que no.

Ahora era yo la que estaba confundida. Mi abuelo, aquella persona que respetaba más que cualquier persona en el mundo estaba orgulloso de que le haya roto la nariz a alguien.

—Ya era hora de que alguien le diera su merecido. —me tomó de la mano y me hizo seguirlo hacia la salón. —Si no hubieras sido tu seria alguien más, eso es seguro.

— ¿La conociste? —pregunté sentándome a un lado de él en el sofá.

—Este pueblo es muy pequeño, todos nos conocemos aquí y sé qué tipo de mujer es. —dejó su cerveza sobre la mesilla. —Engañosa, manipuladora. Nunca me agradó.

—A mí tampoco.

—Por supuesto que sí. —sonrió y me palmeó la rodilla. —Supe lo de Fortem ¿Cómo esta?

—Ahora mejor, Owen dice que si sigue mejorando pronto la podrá llevar a casa.

Mi abuelo asintió y tomó el control del televisor para subir el volumen del juego, pasé el resto de la noche con él, nos dormidos alrededor de la una de la madrugada, me gustó acurrucarme a su lado cuando el sueño me estaba ganando, me recordó cuando era pequeña y deseé poder quedarme en este momento para siempre.

Desperté cuando la alarma de mi teléfono destrozado resonó en mi habitación y la apagué antes de que explotará, se veía terrible y por un momento creí que estallaría.

A las siete en punto estaba saliendo de la casa en dirección al granero, el sol aun no salía en su totalidad, pero los pocos rayos me ayudaron a ver el camino, sabía que Hannah había estado cuidando a los animales mientras nosotros no estábamos, pero quería asegurarme que no se hubieran quedado sin comida durante el día, Perry fue el primero en recibirme moviendo su cola de un lado a otro y dando saltos para que lo acariciara.

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