Capítulo 41

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Confiaba en él así que dejé que me arrastrara fuera de la habitación mientras las balas llovían a nuestro alrededor, el sonido hacía eco en mis oídos y casi podía sentir que sangraban, Owen tomó su juego de llaves e introdujo una en la puerta de la habitación continua, aquella que nunca había visto abierta.

Empujó la puerta permitiéndonos el acceso, me llevó hacia el interior y cerró a mi espalda, la habitación estaba a oscuras y no veía nada, pero aun podía escuchar el sonido de los disparos que me hacían llorar en silencio.

Fue entonces, cuando Owen encendió las luces que ahogue un grito al ver una de las paredes llena de armas de todo tipo, grandes, cortas, llamativas y discretas, tenia todo un arsenal aquí dentro.

—Toma una de las maletas que están en el closet y guarda todas las armas que puedas.

No podía encontrar mi voz para responderle o moverme, estaba en un tremendo shock, había estado hace un par de horas rogándole a mi abuelo para que se deshiciera de su arma y resulta que mi novio es un aficionado loco de ellas.

— ¡Tamara! —gritó devolviéndome a la realidad.

Hice lo que me pidió, abrí el armario que estaba junto a un escritorio y saqué una maleta negra, con timidez me acerqué a la pared, Owen estaba tomando otras de unos cajones y metiéndolas a toda prisa en una mochila junto con dios sabe que, así que estaba sola en esto. Solo era yo y las armas. Me tragué todo el miedo y tomé una grande con ambas manos, se sentía tan pesada que fue un poco difícil meterla en la maleta.

Me detuve al tomar la segunda debido a que escuché una explosión, me pegué a la pared cuando la casa retumbo y miré con los ojos muy abiertos hacia la puerta.

—Entraron.

Owen se acercó a la puerta y me indicó que hiciera silencio.

—Vamos a morir. —susurré sintiendo mis mejillas inundarse por las lágrimas.

Owen tomó la mochila y colgó esta de su hombro antes de acercarse a la ventana y tratar de abrirla, pero esta no cedió fue entonces cuando vi que levanto su puño y lo estrelló contra la ventana rompiéndola en miles de pedazos, levantó su bota y tiró el resto con ella hasta dejarla lo más despejada posible, extendió su mano ensangrentada hacia mí.

—Vamos.

Pero yo no podía moverme, mi mirada se había desviado al pizarrón gigante que se encontraba en la pared, en ella había fotos mías, cuando vivía en Nueva York, fotos que habían sido tomadas mucho antes de conocerlo. Mis ojos ardieron cuando encontré una foto de mamá y papá, Ana, Joel y de sus padres. Junto a ellos se encontraban artículos de periódicos, había un hilo rojo que unía cada foto con un lugar diferente en un mapa y me recargué en la pared por falta de aire.

—Tamara.

Mis oídos zumbaban, pero no sabía si era por la explosión o por lo que estaba viendo. Todo se volvió borroso y confuso que no pude darme cuenta que alguien había roto la puerta, Owen me tomó de la mano y me sacó de allí justo antes de sacar el arma de su bolsillo y disparar hacia el interior de su casa.

Caí al suelo y me golpeé la cabeza contra el concreto, mi cabeza daba vueltas y la bilis amenazaba con subirse por mi garganta.

—Arriba. —Owen me tomó del brazo y me obligó a pasarlo por encima de sus hombros para apoyarme en él y rodear la casa. —Vamos, nena necesito que pongas de tu parte, camina hacia el auto.

A duras penas logré enfocar un auto deportivo rojo de cuatro puertas dentro de una cochera, tragué el nudo en mi garganta y subí al auto tan pronto Owen abrió la puerta del copiloto, me metí dentro y él abrió la puerta trasera para arrojar la mochila en los asientos.

Más Cerca. (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora