Capítulo 32

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Ana no dejaba de mover el ramo entre sus manos, sabía que estaba nerviosa, pero debía tranquilizarse si no quería vomitar, había conocido a personas que por los nervios terminaban devolviendo lo que habían comido durante toda la semana.

—Todo va a estar bien. —la tranquilicé por quinta vez.

— ¿Qué tal si se arrepintió? —pregunta con los ojos muy abiertos, estaba por entrar en pánico. — ¿Qué tal si decidió no pasar el resto de su vida conmigo? ¿Qué voy a hacer si...?

—Deja de decir estupideces. —la interrumpí. —Joel no se arrepintió, esta en la iglesia desde aquí lo veo.

Señalé al otro lado de la ventana y ella se asomó, pude ver como sus músculos se relajaron cuando lo vieron, estábamos a una distancia considerable así que por suerte él no podía vernos a nosotras que lo espiábamos desde la limosina.

Mi teléfono emitió un sonido, era un mensaje de tía Ashley.

—Tú madre pregunta si estas lista.

Tomó un suspiró y cogió mi mano para asentir.

—Si.

Sonreí.

—Es hora. —dije al ver que tía Ashley les decía a los invitados que esperaban fuera de la iglesia que era hora de entrar.

—Tengo que irme. —la miré y ella asintió, sus ojos marrones brillaron al igual que su sonrisa y la rodeé con mis brazos. —Te amo, todo estará bien.

—Gracias Tami. —besó mi mejilla. —Te veo dentro.

Salí de la limosina con cuidado de no tropezar con mi vestido y tomé mi bolso de mano para caminar hacia la iglesia, tía Ashley y tío James estaban en la puerta y sonrieron al verme.

— ¿Cómo está? —preguntó ella.

—Nerviosa, pero seria mejor que tío James fuera por ella antes de que termine en un mar de lágrimas.

Tío James asintió y me dio un beso en la mejilla antes de ir a la limosina en busca de su hija.

—Vamos, cielo. —tía Ashley me tomó de la mano para entrar a la iglesia.

El corazón me bombeaba con fuerza y sonreí debido al nerviosismo, hasta parecía que seria yo la que me casaría.

—Por aquí. —dijo ella antes de guiarme hacia los asientos del frente, me sentaría a un lado de los padres de la novia, mi abuelo estaba ya sentado y nos sonrió. La emoción se apoderó de mí.

Al momento de sentarme, Joel se dio cuenta que había llegado, lucía un esmoquin perfectamente a su medida, negro y con una corbata del mismo color, se veía impecable al igual que su cabello negro perfectamente peinado y su barba recién recordara, no dudo en acercarse mientras el resto de invitados se estaba acomodando en sus lugares.

—Estas radiante, Tamara.

—Deberías ver a la novia. —sonreí.

— ¿Cómo está? —preguntó.

—Un poco nerviosa, pero estoy segura de que cuando te vea en el altar, todo desaparecerá.

Asintió y se incorporó cuando el sacerdote tomó su lugar, él procedió a caminar a su puesto y suspiró relajando los músculos.

—De pie por favor. —pidió el sacerdote y todos obedecimos.

Dentro de la iglesia había muchos arreglos florares que hacían que el lugar se viera radiante, música clásica comenzó a sonar y busqué de donde provenía tan bella melodía, había unos violinistas a la izquierda justo frente a la familia del novio.

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