Al cabo de una hora tomamos un taxi para dirigirnos al hotel donde se hospedaba, saludó a la recepcionista con un asentimiento de cabeza y puso su mano en la parte baja de mi espalda para guiarme al ascensor.
—Que rápido eres a la hora de hacerte amigo de las recepcionistas. —comenté mientras veía como oprimía el botón para llegar a su piso.
— ¿Estas celosa?
—No.
Pero la verdad es que, si sentía un poco de celos, alguien tan bello como él no pasaba desapercibido y sobre todo en la ciudad de Nueva York, las chicas aquí estaban desesperadas por encontrar algún chico guapo, rico y con toneladas de amor que repartir como en las películas.
El ascensor se detuvo y salimos al pasillo que estaba perfectamente cubierto por una alfombra roja, sacó la llave en forma de tarjeta de su saco y la puso sobre la cerradura que le dio acceso al instante.
—Bienvenida. —abrió la puerta y las luces iluminaron la habitación.
El asombro estaba plasmado en mi cara. La habitación era lujosa, con una cama enorme y cubierta por unas sabanas negras de seda, había una plasma en la pared y la vista... Dios, la vista era preciosa. Se podía ver toda la ciudad.
— ¿Te gusta?
— ¿Gustarme? —pregunté perpleja mientras caminaba hacia los grandes ventanales. —Estoy fascinada.
—Y eso que no has probado la cama. —susurró a mi espalda y sonreí.
— ¿Cuánto has pagado por esto? —lo miré por encima de mi hombro.
Se encogió de hombros.
—No demasiado.
—Las carreras de caballos y el negocio no dejan la cantidad de dinero que un lugar como este te pide.
—Eso no lo sabes. —besó mi hombro. —Dejemos la charla para otro momento... ahora todo lo que pienso es en quitarte ese vestido.
Sus labios comenzaron a trazar una línea de besos por todo mi cuello y fue inevitable que el suspiro que me abandono sonara tan necesitado pero mi cuerpo reaccionaba por si solo a sus caricias.
— ¿No has tenido suficiente, pequeña? —mordió el lóbulo de mi oreja. — ¿Quieres más?
Tragué saliva y asentí.
—No asientas, dímelo. ¿Quieres más?
—Si, quiero más.
Sentí su aliento en mi oreja y la piel se me erizó. Owen encontró el cierre de mi vestido y lo hizo descender con lentitud, era una tortura, pero una que estaba dispuesta a soportar, no importaba cuanto se demorara en hacerme suya, valía la pena si volvía a follarme como en el almacén.
—No llevas sostén.
Y bragas tampoco, pero eso había sido gracias a él. El vestido cayó a mis pies y me di la vuelta para verlo a los ojos, el marrón se había convertido en mi color favorito desde que lo conocí.
Llevé mis manos a su pecho y pasé los dedos por la suave tela que lo cubría, sus ojos estaban al pendiente de cualquier movimiento que ejercía, mordí mi labio al mismo tiempo que comenzaba a desabotonarla y me quedé estupefacta al ver su torso, extrañaba cada parte de él, los días que habíamos estado separados me afectaron mas de lo que imaginé.
Bajé la mirada a bulto que sobresalía por debajo de su pantalón, no podía darme tanto crédito a que con solo mirarme había conseguido que se pusiera así de dura.
— ¿Puedo? —toqué su entrepierna.
—Tú no tienes que preguntar. —se relamió los labios. —Tómame si quieres, soy todo tuyo.
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Más Cerca. (+21)
RomanceAl escuchar el nombre de Owen Jones todos saben que significa problemas. Eso es precisamente lo que las chicas quieren evitar pero él es un hombre insistente, testarudo y demasiado atractivo, con la llegada de Tamara al pueblo y un par de copas desp...