Diario Pao

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Cuando mi mente no obtiene descanso con un libro nunca falla escribir

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Cuando mi mente no obtiene descanso con un libro nunca falla escribir. Es liberador, como charlar con un buen amigo. Mamá es una gran consejera y escucha sin juicios, pero al final no me siento tan cómoda entrando en detalles, sumándole que en el papel descubro cosas que antes pasaba por alto. No sé explicarlo, creo que es lo mágico de abrir tu alma al escribir.

Observé el reloj, como si la noche no fuera suficiente advertencia. Debería estar dormida para madrugar. Antes de ir a clases intentaré preparar el flan que me enseñó mi abuela. Espero a Emiliano le guste. Me contó que no se siente en su mejor momento, creo que el frío de la tarde no le sentó bien. Dentro de mí estoy convencida que nada malo sucederá, el doctor se lo aseguró, pero no puedo evitar preocuparme. Me gustaría hacer algo, sin embargo, nada de lo que se me ocurre parece suficiente.

Intentaré ser positiva. Contaré las horas para volver a verlo, mientras tanto pensaré en todo lo que sucedió estos días, que no ha sido poco. 

Siempre he creído que la manera en que una persona trata a los animales habla mucho de sí misma. Mi abuela solía decirme que antes de fijarme en cómo se comportaban conmigo debía poner atención en la forma que cuidan a seres indefensos y de noble corazón. Admito que Emiliano superó todas mis expectativas. No tengo palabras para explicar lo lindo que fue con Lila desde que la conoció. Dios, sé que está mal idealizar a alguien, pero esto va más allá de lo que yo quiero ver.

No creo haber conocido un chico tan tierno. Casi me derretí cuando la recibió como parte de su familia, no se quejó ni una sola vez al comprar sus cosas para instalarse en casa, ni se desesperó por sus miedos. Tuve que resistirme y no confesarle lo adorable que me resultó su interés por cumplir bien con la responsabilidad. ¡Y Lila pareció amarlo! Bueno, eso no me generaba duda, estamos hablando de Emiliano. Resulta tan complicado no quererlo, lo sabré yo. 

Habían pasado varias semanas dudando sobre lo conveniente que sería poner sobre la mesa el tema de adoptar. Es decir, desde que Lila apareció tuve la corazonada que me convertiría solo en el nexo con la persona que realmente la amaría como se merece. No tuve dudas, apenas conocí su historia el nombre de Emiliano apareció en mi cabeza y fue imposible arrancármelo. Guardé silencio temiendo lastimarlo. Sé lo difícil que es el tema del accidente y me daba miedo despertar ese dolor relacionándolo con el pasado de Lila.

Lo último que buscaba era que pensara ponía sobre sus sentimientos mis deseos. Medité mucho antes de soltarlo, pero el impulso que me llenó de valor fue su tristeza. Confiaba en que su compañía le ayudaría. Cuando se lo conté no parecía demasiado entusiasmado, pero al verla a la cara todos mis temores desaparecieron. Detrás de todas esas bromas se encuentra un chico cariñoso y dulce que se ganó con una mirada su amor. Sé que no puede estar en mejores manos. Confío en él. Si pudieras ver lo mucho que se esfuerza por no fallar a nadie.

Por ejemplo, ha intentando disimular lo que le afectó el rechazo de Laura. Las risas y bromas no son suficientes para ocultarlo. Supongo que no desea mostrar esa parte vulnerable. Lo entiendo, debe ser difícil escuchar un no de una persona que significa tanto para ti. De todos modos, igual comprendo a Laura. Hay ocasiones en que la gente no puede correspondernos por más que lo deseemos, es imposible obligar a otro a sentir lo mismo.

Tampoco puedo culparlo a él.

Estoy sobrellevando mejor de lo esperado el hecho de que no le despierte nada más que un cariño fraternal. Supongo que me está ayudando a madurar. Esto no quiere decir que mis sentimientos estén cambiando, a menos a que me refiera a que cada día me cuesta más mantener mis suspiros al margen.

Uno no decide a quién quiere, así como tampoco se tiene mucho control sobre a quién echas fuera, sobre todo cuando debes revivir ese tornado a diario. Una parte de mí sabe que si deseo borrarlo de mi corazón lo mejor sería plantear distancia y renunciar, pero no estoy segura si quiero hacerlo. Es decir, incluso ser solo su amiga me parece un mejor consuelo que convertirnos en un par de desconocidos.

Emiliano es más que el chico que me gusta, es el único que me escucha durante horas, impulsa mis sueños y se interesa por todas esas cosas que otros consideran boberías. Estoy consciente de que no se trata de la mismo clase de amor, pero sé que me quiere, lo siento en mi corazón y su sonrisa me lo confirma todas las tardes que abandono la tienda. Y yo a él, no puede hacerse una idea de cuánto. 

 

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El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora