Diario Pao

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Estoy tan emocionada que ni siquiera creo ser capaz de escribir una frase coherente

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Estoy tan emocionada que ni siquiera creo ser capaz de escribir una frase coherente. No importa, no me exigiré más que honestidad. Me propuse hacer una letra linda al estrenar esta libreta, pero la emoción no coopera en la estabilidad de mi pulso.

Hoy fue un día maravilloso. Tengo tantas emociones encima que necesito abandonarlas en la hoja de papel, liberarme de ese torbellino que aprieta mi pecho. Buscar, de alguna manera, el anhelado final en la tinta.

Cuando hace unos días le dije a Emiliano que pasara a casa, no sabía qué sucedería. Me prometí no hacerme ideas en la cabeza, ni imaginar aventuras dignas de novelas. Dejar que las cosas fluyan. Mi principal problema es que dedico demasiado tiempo a soñar.

Respiré hondo, a la par de un último vistazo en el espejo. Nunca he sido vanidosa, pero me sentí orgullosa con el resultado. Ese tutorial de peinados en verdad funcionó. Claro que toda esa seguridad se esfumó al escuchar el llamado a mamá. Me puse tan nerviosa al enterarme de su llegada que temí caerme en las escaleras, romperme un hueso o rodar como en una película, lo cual sería una tragedia. Por suerte llegué intacta hasta la primera planta.

Es una pena que mi corazón no corriera con la misma suerte. Posiblemente se hizo unas grietas durante el terremoto que me provocó chocar con su sonrisa. Sentí los latidos golpeándome fuerte cuando mamá me sonrió en complicidad. No le he dicho nada, no es necesario. Es mi mejor amiga, me conoce lo suficiente, debe saber que estoy perdida por él. Tampoco ayudó que me compartiera como una auténtica idiota.

Emiliano no hizo ninguna mención sobre mi apariencia, creo que ni siquiera lo notó. Disimulé la decepción que me causó su indiferencia. Aunque pronto lo olvidé, remplazó su despiste en ese tema siendo realmente dulce con Bruno, Panchito y Mazapán. Eso es mucho más significativo. Pensé que no podía quererlo más, pero cuando jugó con ellos y les trató con tanto cariño... Dios mío, ni siquiera puedo describir lo que sentí.

Con el ritmo ya desestabilizado, soltó otra bomba. He pasado la noche entera mirando su regalo. Tal vez para él no tenga un gran valor, pero cuando me lo entregó me sentí una chica afortunada. No solo porque es precioso, sino que en verdad le preocupó me gustara. Resistí los deseos de confesarle que nunca nadie me habían dado un detalle tan lindo. No hablaba de lo material, sino del significado. Imaginarlo buscando algo especial acelera mis latidos.

Entonces de pronto su celular sonó. Un hueco se formó en mi estómago cuando me contó se trataba de Laura quien deseaba verlo. Fue difícil ser testigo de su lucha. Quería estar con ella, lo deseaba, pero lo ataba el compromiso conmigo. Intenté disimular lo que me dolió saber que su corazón soñaba con alejarse. Yo era la cadena que lo retenía. Tomé un profundo respiro y me mostré tranquila para facilitarle el camino. Incluso le motivé a acompañarla. El mundo puede pensar que fue una tontería lanzarlo a los brazos de Laura. En cambio, pienso que hice lo correcto. No quería que Emiliano se quedara pensando en ella, resultaba mucho más doloroso que su cuerpo estuviera a mi lado cuando su corazón latía extrañándola. Mejor un golpe que terminara con todo de un vez por toda.

Le sonreí al despedirnos luchando por no llorar porque aunque era patética de pronto no quería ir a la fiesta sino quedarme leyendo en casa, por suerte, después reflexioné que un chico no podía influenciar tanto en mi vida. Así que me me obligué a darle la vuelta a la página. No mentiré, lo extrañé. Escogí ese lugar por razones que sin él no tenían mucho sentido, pero pronto dejé el pesar al toparme con el club. Tía Rosy es todo un caso. Alba y Álvaro forman una pareja hermosa, él la mira con tanto amor que me inspira. Miriam y Arturo siempre te roban una sonrisa con su ternura. Él está delirando, en el buen sentido, con lo de ser papá. Ellos siempre me hacen sonreír así que pronto me encontré muy feliz.

Entonces cuando creí no podía serlo más, Emiliano apareció en el local. Sí, apareció. Pensé que era una alucinación, ya lo veía con Laura, pero al acercarme no quedó duda. Me emocioné tanto ante su llegada que lo abracé con fuerza. No pude controlarme. No terminaba de creer que queriéndola tanto decidiera regresar. Y sé que puede sonar pretencioso, pero durante toda la noche ni siquiera la mencionó. No debí sentirme especial por eso.

Aurora lo conoció hoy, me ha dicho que le parece un chico atractivo, mamá también me lo comentó al llegar a casa. Mi amiga me regañó por guardarme ese detalle. Es solo que Emiliano es mucho más que algo tan banal como el físico. Él es corazón, ternura y sinceridad. Todo lo que jamás creí encontrar en una persona. Antes de conocerlo estaba resignada a intentarlo con lo más parecido que había soñado. Pedro, cuando trabajó conmigo, al menos cumplía con algunas cosas y queriendo formar parte del mundo decidí al menos ilusionarme. Pero tan pronto topé con Emiliano supe lo que era de verdad enamorarse. Todos los demás eran sólo excusas para que los demás no me vieran como la chica rara y se rieran más de mí.

Hoy mis compañeros hicieron bromas respecto al hecho de hace unos meses. Me sentí avergonzada ante el recuerdo. Tengo clavado las palabras que dijeron, aunque he fingido no me interesa cada que vuelvo a ese día me ganan los deseos de llorar. Lo peor fue que Emiliano lo presenció. Quería cavar un pozo y desaparecer, pero él no me hizo sentir peor. Llegó entonces el momento que me tiene aún con el corazón hecho un lío. Al escribirlo me emociono como si siguiera sentada en esa mesa cuando sin avisarme se acercó sin avisarme. Quedó a unos centímetros de mi rostro, primero pensé se trataba de un error, pero él no se alejó, todo lo contrario, acortó la distancia entre los dos. Me costó respirar cuando sus ojos se concentraron en mi labios. Así empiezan todos los besos de mis novelas. Un cosquilleo recorrió mi estómago por su mirada, alborotó las mariposas dormidas cuando rozó su nariz con la mía. Dios, fue tan hermoso. Pensé que me besaría, casi pude imaginar sus labios contra los míos, pero pronto volví a la realidad.

Todo fue una forma de atraer a mis compañeros. No me molestó, ¿por qué lo haría? Me defendió. Sí, les puso un alto y les exigió me respetaran. Nunca he sido fanática del papel de damisela en apuros, pero no dio indicio de hacerlo para aumentar su ego, sino con la intención de hacerme sentir respaldada. Me dio confianza, él siempre lo logra.

Tanta que hasta le confesé que jamás he besado a nadie. No deseaba se confundiera y pensaba había algo malo en su persona cuando estoy hasta los huesos por él. Pensé que se reiría o me haría sentir como una niña tonta, pero pasó todo lo contrario. Si hubieras escuchado sus palabras también estarías como yo. Dijo cosas tan hermosas que aún sonrío como estúpida al recordarlas. Emiliano siempre busca hacerte reír, pero cuando habla en serio es capaz de tocar algo profundo en tu corazón.

No debo ilusionarme, no debo ilusionarme, lo sé, pero cómo hago si me mira como lo hace, si me habla con delicadeza y sonríe con tanta ternura. Es imposible ser fuerte ante esos detalles. Quizás es una tontería, mas me da la impresión que siempre intenta cuidarme.

No recuerdo otro cumpleaños donde sonriera tanto como hoy. Mamá comentó a mi regreso que me veía radiante, quiso saber qué me tenía tan contenta. Ni siquiera pude resumirlo.

Nadie se había portado así conmigo. Quiero hacer algo para hacerle saber lo importante que fue. He estado pensándolo qué podría sorprenderlo. Creo que tengo una idea. Debe ser algo sincero, nacido del corazón, tal como él. Estoy impaciente por ver su rostro. Espero funcione. Ojalá yo pudiera hacerlo al menos la mitad de feliz que él me hace sin darse cuenta.

 Ojalá yo pudiera hacerlo al menos la mitad de feliz que él me hace sin darse cuenta

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El club de los rechazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora