—Te haces mal, Emiliano.
La voz de Laura sentada en mi lado me sacó de mis pensamientos. Sus ojos verdes me recorrieron despacio, esperando mi reacción.
—¿Disculpa? Lo siento, no te escuché, estoy un poco distraído —me justifiqué, agitando mi cabeza para centrarme en la realidad. Ella afiló su mirada antes de suspirar.
—Te hace mal estar luchando por alguien que no siente lo mismo que tú —repitió. Fingí entretenerme con mi bebida solo para no responder—. Te lo digo por experiencia. Estás haciéndote daño. Además... —Mordió su labio, regresando la mirada a la gente.
Alcé una ceja sin comprender su silencio.
—Lo que diré suena muy cruel —adelantó cuidadosa—, pero Pao no parece nada afectada sin ti —comentó dirigiendo sus ojos a las pruebas. La saliva me supo amarga—. Ella está contenta con su acompañante. No ha parado de reír y sonreír desde que llegamos.
Tomé un respiro, sin deseos de nublar mi mente.
—Luce feliz a su lado, como si se entendieran de toda la vida —mencionó. Pasé mis dedos por mi cabello ante esa incómoda charla—. Tal vez... Tal vez ella solo era amable...
—Había algo más —defendí, me salió más brusco de lo que me hubiera gustado. No negaba que Pao fuera dulce con todo el mundo, ni que se llevaba bien con su amigo, pero la conexión con las personas es especial, no se puede disfrazar. Además, estaba claro que se trataba de un malentendido, solo me faltaba dar con las demás piezas.
—¿Había algo más o querías que lo hubiera? —soltó dando directo en la llaga. Evadí su mirada sin saber qué responder—. Emiliano, ¿tal vez te confundiste? Míralo por ti mismo —repitió con una seguridad que envidié. Laura tenía una forma de decir las cosas que sin darte cuenta te convencía tenía la razón—. Ni siquiera te ha buscado en toda la fiesta.
Apreté los labios, me había resistido a sobre analizar esa posibilidad porque me dolía. Imaginar que todo fue cosa de mi cabeza, parte de mis deseos, me abrumaba. No, teníamos algo especial, me miraba de otro modo, pero su fría sonrisa que se mantuvo durante esa noche me llevó preguntarme qué tantas cosas estaban solo en mi cabeza.
—Sé lo mucho que duele querer a alguien que no nos ama de la misma forma —comentó. Volví a tomar solo para no aceptarlo. Por suerte no se trataba de alcohol o ya estaría desinfectando heridas. Pasé mi mano por mi rostro, reconociendo que estaba siendo un imbécil, pero me resultaba imposible arrancarme esa espantosa sensación del interior.
—Lo siento, Emiliano —soltó apenada al verme mal. Sin aviso se acercó para abrazarme. Una parte de mí quería consuelo, en un mal intento de sentirme mejor, pero la más sensata supo que así no se resolvían los problemas, solo enredaría más el asunto. Me hice a un lado, dejando claro el mensaje—. Le guardas fidelidad a Pao —susurró apartándose despacio al notar no podría corresponderle. Laura me miró a los ojos antes de buscar a Pao, que seguía en su mundo—, aunque sean solo amigos...
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El club de los rechazados
RomanceUn inesperado accidente cambió la vida de Emiliano. Abrumado por la soledad decide descargar una aplicación que jura arreglar sus líos amorosos. Funciona. La mujer que ha amado en secreto por años comienza a mostrar interés por él, una buena notici...