AVISO IMPORTANTE 1: Este capítulo tiene algunas notas. La idea original era subirlas en gráficos, pero después pensé que para los que leen sin conexión o su internet es un poco lento (identificada) podría ser complicado leerlas, así que decidí mantenerlas en negritas. Con el poder de la imaginación visualicémoslas como notas en papel. Los quiero mucho. Espero les guste este capítulo. No olviden comentar si les gusta ❤️.
Hay una sorpresa al final ❤️.
El fin de semana de mi madre comenzó el sábado por la mañana, con la promesa de estar de nuevo en Monterrey el lunes temprano. Estaba tan emocionada cuando se despidió de mí que casi le pedí me dejara acompañarla. Mi madrina lo entendería o también estaba la opción de bloquearla. Sin embargo, si alguien conocía mejor que nadie mis ideas, y me ganaba en astucia, era esa mujer. Así que adelantando mis trucos apareció a las siete de la mañana para asegurarse nadie intentara robar su lugar.
Con un mensaje tan claro no me quedó de otro que ser optimista y recordarme que al menos podría pasar con Pao toda la tarde. Lamentablemente tras unas horas juntos el plan ya no me estaba resultando tan divertido.
Bostecé revisando por millonésima vez mi inicio en Facebook sin hallar ninguna novedad, ¿dónde están los creadores de memes cuando uno los necesita? Un poco cansado de releer por millonésima vez la promoción de pizza que aparecía al inicio apagué la pantalla y coloqué el aparato en el buro, al costado de mi cama, antes de deslizarme por la sábana hasta recostarme del todo.
Suspiré, clavando mi mirada en el techo. Le di un vistazo a Pao que estaba concentrada en la pantalla. Sus ojos se movían deprisa, pero no tanto como sus dedos presionando el teclado. Me di tiempo de estudiarla a detalle. Esa tarde llevaba el cabello en ondas rozando sus hombros, un top blanco fruncido con tirantes que le llegaba al borde de la cintura y su falda rosa donde reposaba su laptop. No mentía cuando decía que podía mirarla toda la vida, pero no entendía por qué Pao se había puesto tan guapa si su plan se reducía a pasar el fin de semana frente al computador.
—Estoy aburrido —solté al aire, sin contenerme.
Pao soltó una risita al escuchar mi protesta. Dejó sus correos de lado un momento para estudiarme con una sonrisa. No sabía cómo podía lucir tan animada si no había parado de trabajar. De solo verla hasta me cansé.
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El club de los rechazados
RomanceUn inesperado accidente cambió la vida de Emiliano. Abrumado por la soledad decide descargar una aplicación que jura arreglar sus líos amorosos. Funciona. La mujer que ha amado en secreto por años comienza a mostrar interés por él, una buena notici...